Cuando se pregunta por el nombre de una mujer científica, solo suele recordarse el de Marie Curie, pero son muchas las mujeres que hicieron grandes contribuciones a la ciencia, como señala el libro “La ciencia oculta”, que intenta reparar este olvido divulgando la labor de quince científicas poco reconocidas.
El libro, editado por Fundación Antoni Esteve y escrito por el catedrático de Farmacología Sergio Erill, reivindica el papel que jugaron estas investigadoras, desconocidas para el gran público, en grandes descubrimientos de la ciencia.
Marcada por nombres como Galileo, Newton, Gauss o Einstein, en la historia de la ciencia aparecen pocos o ningún nombre de mujer, a excepción de Marie Curie, y por eso Erill quiso rescatar a otras científicas “que tuvieron que enfrentarse a todo tipo de dificultades para llevar a cabo sus descubrimientos por su condición de mujeres”, defiende el catedrático de Farmacología.
Revelar su trabajo difuminado, olvidado o incluso escondido en la historia de la ciencia es el objetivo de “La ciencia oculta”, que recopila la trayectoria de quince científicas “que alcanzaron grandes hitos en la historia de la ciencia”.
El texto explica que, si bien algunas vieron reconocido su trabajo, “otras fueron olvidadas o relegadas a una zona de claroscuros que conviene alumbrar”.
Sergio Erill, que es patrono de la Fundación Esteve, se adentra en cada capítulo en la trayectoria de mujeres como Hipatia, “elemento clave de la comunidad científica de Alejandría”, o de la astrofísica norirlandesa Jocelyn Bell Burnell (Belfast 1943), que pese a ser determinante en el descubrimiento del púlsar jamás fue reconocida con el Premio Nobel, que fue a parar a sus compañeros Antony Hewish y Martin Ryle.
De hecho, Fred Boyle, fundador del Instituto de Astronomía de Cambridge y considerado como uno de los científicos más importantes del siglo XX, catalogó el desplante a Jocelyn Bell como “un robo”.
Según el libro, algunas científicas sí lograron un reconocimiento, como Mina Fleming.