Los comités de empresa de Navantia a ambos lados de la ría lanzan hoy una llamada de auxilio a la ciudadanía de Ferrolterra. A las doce del mediodía saldrá del Inferniño una gran manifestación, desafiando el frío y la posible lluvia, cuya finalidad es dar un golpe sobre la mesa de los políticos y forzarles a apoyar al sector naval de la ría y, con él, la economía de toda la comarca.

La última cita de estas características, el 10 de junio pasado, reunió entre 20.000 y 30.000 personas. A esta nueva manifestación se llega después de dos años de movilizaciones en demanda del dique flotante y de promesas de una carga de trabajo inminente que todavía sigue sin concretarse. La ciudadanía toma hoy la palabra después de meses de discusiones y controversia política durante los que lo único que ha avanzado ha sido la destrucción de empleo dentro y fuera de los astilleros.

"inviabilidad"

La SEPI y Navantia consideran el dique flotante inviable por causas legales –el veto europeo y las normas de competencia– y económicas, tal como expusieron sus representantes a la comisión de seguimiento el pasado 28 de noviembre, después de ocho meses de estudios técnicos. Entre las reacciones estuvieron las del alcalde de Ferrol, José Manuel Rey, y el conselleiro de Economía e Industria, Francisco Conde, que coincidieron en manifestar su decepción y en apuntar como única culpable a la presidencia de Navantia al tiempo que se remitían, en primera instancia, a una nueva hoja de ruta para el naval ferrolano que incluiría potenciar el área de reparaciones, aunque de momento no han concretado cómo.

Una semana después de aquella primera decepción el conselleiro habló por primera vez de un “pool” de inversores privados para financiar el dique, añadiendo la posibilidad de que la Xunta participe en el proyecto –no se ha consignado ninguna partida en los presupuestos, pese a las enmiendas de la oposición en este sentido–. El “ofrecimiento” de Francisco Conde, en la práctica, echa por tierra el argumento de que el proyecto no sea viable por restricciones europeas y sitúa las dificultades, únicamente, en el plano económico. Este giro viene a dar la razón a los comités de empresa, que han mantenido inalterable su demanda a las puertas de los gobiernos de la Xunta y del Estado, y a respaldar su llamada a la movilización como única vía de presión.

el flotel

Tampoco ha llegado en estos dos años de movilizaciones ningún nuevo contrato –a finales de 2007 se firmaron los encargos millonarios para Australia–. Los contratos de los floteles supuestamente formalizados en Santiago el pasado 19 de septiembre entre Barreras y Navantia con una filial de la petrolera mexicana Pemex no han entrado en vigor, al parecer por el retraso del astillero vigués en conseguir los avales bancarios necesarios. Sigue sin aclararse por qué Navantia no puede comenzar el trabajo, cuando sí ha cumplido con dichas garantías y, de hecho, no hay fecha de inicio.

El tiempo se le acaba al naval ferrolano. En siete meses termina la última obra que está en curso en el astillero de Ferrol, el anfibio australiano “Adelaide”, con lo que habrá desaparecido prácticamente la industria auxiliar. A la plantilla de la principal se le buscan ya actividades “alternativas” como tareas de mantenimiento o formación ante este desierto de ocupación. La cuenta de los dos mil puestos de trabajo perdidos en las subcontratas va a seguir creciendo y, con ella, el declive del resto de las actividades económicas de la comarca.