El “no show” que trae de cabeza a los hosteleros de Ferrol: una falta de respeto que sale cara

Los hosteleros acostumbran a quejarse amargamente de la indefensión que les supone el hecho de contar con reservas de gente que no se presenta, algo que genera mesas vacías que podían estar llenas y pérdidas de dinero
El “no show” que trae de cabeza a los hosteleros de Ferrol: una falta de respeto que sale cara
Fachada del restaurante Bacelo, en la calle Dolores de Ferrol | Daniel Alexandre

Si reservas un hotel no cancelas el último día porque entonces, en la mayoría de los casos, debes pagar la primera noche. Quién más o quién menos intenta que eso no le ocurra y si no va a asistir avisa con tiempo al establecimiento. Esta práctica tan habitual no pasa cuando se trata de un restaurante y ello pese a que el precio de sentarse en una mesa y disfrutar de una buena comida puede ser muy similar al de esa primera noche de hotel, e incluso mayor. 


No hay costumbre todavía, al menos no en los negocios de la urbe naval, de cobrar en el momento de la reserva y garantizarse así que esas incómodas incomparecencias no se produzcan o, en todo caso, percibir algún tipo de compensación económica por ello, ya que la mayoría de las ocasiones esas mesas no se vuelven a ocupar. Y es que como señala Dani López, chef de O Camiño do Inglés y socio también de Josefa’s Bar, “la gente no tiene en cuenta cuando no cumple con una de esas reservas que detrás de la misma hay una organización, en ocasiones según los comensales estableces al personal y hasta contratas a algún extra si fuera necesario”. 

 

A pesar de todo, cree que a un tipo de negocio como el suyo, en el que se ofrecen experiencias gastronómicas que suelen programarse con tiempo, la gente no suele cancelar o si lo hace llaman. Asimismo apunta que en Semana Santa intentó implantar la huella bancaria (ofrecer datos de la tarjeta de crédito con la reserva para cobrar una pequeña cantidad como penalización en caso de no asistir) y las reservas cayeron. “Nosotros vivimos de las reservas y, visto lo visto, hay cosas con las que nos toca vivir y confiar en que la gente valore nuestro trabajo y, si al final no pueden venir, cancelen por si tenemos ocasión de ocupar de nuevo la mesa”, subraya.


Hace unas horas, el restaurante Bacelo publicaba en sus redes sociales uno de estos habituales e indesados “no show” (no comparecencia). En este caso se trató de sendas mesas no se presentaron: “Eran dos reservas, una de cuatro personas y otra de otras tantas más un carrito, las dos para las tres de la tarde. Les dimos el habitual margen de un cuarto de hora y contactamos, pero nadie respondió. Lo más triste es que había entrado gente para pedir mesa y tuvimos que denegársela al tener todo ocupado”, lamenta Álex Martínez, responsable de Bacelo, quien explica que ese tipo de actitud demuestra “muy poca empatía hacia nuestro trabajo”. 

 

En su caso concreto, estos ocho comensales que no cumplieron con su reserva suponen casi el 30% de su aforo, con lo que el perjuicio que ocasionan estas actitudes es muy grande. El chef de Bacelo explica que las redes suelen ser sus grandes aliadas a la hora de anunciar alguna cancelación, ya que ello permite que otra persona pueda ocupar la mesa. “Normalmente, si avisan con tiempo, claro, informamos en nuestros perfiles para que, si se quedan mesas libres, la gente pueda llamar y venir”.  En Sinxelo estas incomparecencias no son muchas, como apunta Adrián Pérez, añadiendo que “pueden darse cada dos semanas, somos afortunados”, dice. 

 

Verano regular para el sector en la ciudad

 

Los tres chefs consultados por este diario han coincidido en afirmar que este verano está siendo menos bueno que los anteriores. “Entre el 15 de julio y el 15 de agosto es cuando más movimiento hay y más reservas se generan. Este año, en cambio, está siendo muy malo en este aspecto, yo percibo una situación de crisis importante, se ve gente, pero el dinero escasea”, afirma Dani López de O Camiño do Inglés, que considera que va a ser difícil salvar la campaña a estas alturas. 

 

Asimismo, él no achaca los resultados al mal tiempo de junio y principios de julio, considera que es “más una cuestión económica, la gente no tiene alegría”, argumenta metafóricamente en alusión a la inversión. Considera además que este año ha sido muy atípico: “Diciembre funcionó mal, peor que nunca tal vez, pero en cambio febrero fue bueno. Está siendo un año rarito”. También en Bacelo tienen idéntica sensación, apreciando menos movimiento que otros veranos y sosteniendo que la gente que reserva y come en el local recorta un poco a la hora de solicitar platos y bebidas. 

 

Igualmente, en Sinxelo aprecian que está siendo un verano más relajado que el de 2023; si bien en su caso aseguran que el mal tiempo de junio, lejos de perjudicarles, contribuyó a que la gente, cansada de estar en casa y no poder hacer actividades al aire libre como es propio del período estival, se animaran a ir a comer al restaurante, como precisa Adrián Pérez, quien asevera, no obstante, que “sí que está siendo algo más flojo y que se perciben menos turistas que en otras campañas”.

El “no show” que trae de cabeza a los hosteleros de Ferrol: una falta de respeto que sale cara

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