Estamos mejor, pero no como para tirar cohetes. Que en cuestiones de pandemia se puede traducir en que el nivel de los contagios está todavía lejos de ser el adecuado para volver a esa nueva vida que desde hace unos meses consideramos normal. Y ante eso, poco se puede hacer. Y tan poco, dirá alguno, deseoso de sentarse en una terraza, sudar la repostería casera en el gimnasio o pasar la tarde arreglando el mundo con amigos. Pero aguantar es lo que toca. Tampoco hace falta decir que la alternativa es peor, tenemos el recuerdo de las consecuencias de las navidades bien fresco. O deberíamos tenerlo, al menos. Así que, al menos hasta el lunes la hostelería seguirá cerrada, igual que los perímetros municipales, y los convivientes seguirán teniendo reuniones exclusivas entre sí. En esta historia del coronavirus tenemos que mirar a largo plazo, aunque solo sea para no estresarnos con los planes que se nos quedan por el camino cada día.