Estoy hasta el culo de la celebración del día del orgullo gay. Día en el que gays y maricallos; lesbianas y machorras; bisexuales, trisexuales, transexuales, hermafroditas, (y bestialistas si entran), se corren jolgorio con despelote en vías públicas de ciudades y pueblos por doquier. Vamos, como si fuera una romería de corte eclesial, con devotos del asunto en mayor o menor grado, y presumen de su condición sexual sea ésta la que sea. Mientras, los/as heterosexuales no proclamamos nuestra condición de tales, como unos caguiñas más sosos que la hostia.
Creo que ya está bien de tanto pasotismo y debemos actuar con valentía. Así que propongo que, si hay un día no ocupado de celebración, lo hagamos nuestro y salgamos a las calles con nuestra bandera que, a falta de otro diseño, y sobre fondo blanco, luzca un pito y un chichi atravesados por flecha de Cupido, sobre campo de gules. Lo dejo a votación, nenos/as.