Estimados amigos, quiero empezar deseándoles un año 2021 que nos haga olvidar la pesadilla del ya pasado 2020 ¡Que seamos todos muy felices! Por otro lado permítanme un recuerdo a las cerca de 80 mil personas que han fallecido casi en soledad por culpa de este maldito virus y que parece solo forman parte de una estadística dentro de un conjunto de cifras. Por ellas, un “renglón de silencio”.
Es tradicional y sano que al acabar el año hagamos balance rápido de lo sucedido en él, saber si estamos mejor o peor y a la vez valorar a quienes dirigen, sobre todo en épocas complejas, como la que estamos viviendo, que es cuando más necesitados estamos de líderes preparados. Las circunstancias adversas son un examen de la capacidad de reacción de nuestros dirigentes y si aprovechan las oportunidades que toda crisis presenta.
En cuanto a la Iglesia española, sus líderes (es decir, los Obispos) en general, no han sabido aprovechar la crisis y resulta que las Diócesis al final del año están peor que al principio. Durante la pandemia se han quedado paralizadas, sin ideas, y no han sabido estar a la altura de su obligación, que no es otra que Evangelizar. Al final de este año, y sin acabar la plaga, tienen menos fieles, menos recursos económicos, menos influencia político-social y dan la impresión de estar arrugadas, sin saber que hacer. La sensación de repliegue y ausencia de ideas es notoria y encima hay que añadir el escándalo que viene por los problemas del Cardenal Osoro y las operaciones inmobiliarias de la Diócesis Madrileña. Fíjense que control hay, que han encargado una auditoria de los últimos 14 años, ahí queda eso. Algo le echarán encima al Cardenal Rouco, ya verán. Tampoco han demostrado capacidad dirigente con la Ley de Eutanasia, con la de Educación, etc.; parece que la “X “del IRPF les pesa demasiado.
En lo que respecta a nuestra Diócesis, pues que decirles que no haya dicho. Mas pobre, más vieja, menos activa aunque, eso sí, ha mejorado la comunicación. Pero no sé si quedaran cosas que comunicar. Salvo mas cierres, claro. Lo dicho, feliz año y mucha esperanza.