Felipe Bello Piñeiro, considerado el iniciador de la llamada Escuela Ferrolana de Pintura, nació en la localidad de O Seixo, concello de Mugardos, en marzo del año 1886. Finalizados los estudios de bachillerato, con catorce años, el año 1900 ingresó como alumno de la Escuela de Artes y Oficios de Ferrol, donde tuvo como profesores a Eduardo de la Vega y Vicente Díaz.
Animado por sus maestros ferrolanos, el siguiente año 1901 Bello Piñeiro ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, siendo discípulo de Muñoz Degrain y José Garnelo. El año 1905 fallece su padre, condestable de la Armada, quedando el pintor mugardés vinculado de manera especial a su madre, mujer de gran sensibilidad y especial carácter, que se traslada a vivir con el pintor a Madrid.
Bello Piñeiro residió en Madrid hasta el año 1912, continuando su formación artística de tal manera que conjugaban las influencias de sus maestros con su particular estilo de interpretar la pintura. Además de frecuentar el Centro Gallego de la plaza de Santa Ana, coincidió en diferentes estudios, tertulias y mentideros madrileños con Castelao, Imeldo Corral, Sotomayor, Asorey, y Gutiérrez Solana, entre otros.
La primera exposición de su obra se celebró el año 1909 en Santiago, el año 1912 participando, junto con el ferrolano Imeldo Corral, en la Primera Exposición Regional de Pintura Gallega, celebrada en el Centro Gallego de Madrid. Su primera exposición individual la llevó a cabo el año 1913 en Ferrol. En la misma se va perfilando su estilo en el que, abandonando el retrato y otras temáticas, se dedica al paisaje con la naturaleza y, dentro de ella los árboles, de protagonistas preferentes.
Felipe Bello fijó su residencia el año 1918 en O Seixo, donde fundó la Sociedad de Amigos del Paisaje Gallego. Desde lo que entonces se convirtió en su residencia habitual, se trasladó a diversos lugares de Galicia, bien por razones profesionales, bien a causa de desavenencias con su madre, con la que mantuvo una relación continua pero difícil. Su ausencia más prolongada fue en tierras de Viveiro, donde escribió su obra “La Cerámica de Sardadelos”, publicada el año 1922, al decir de los críticos una obra determinante para el conocimiento de esa singular y artística industria de cerámica gallega.
En los años siguientes continuó su producción pictórica enmarcada dentro de su vocación paisajista, pintando al óleo aunque haciendo alguna incursión en la técnica de la acuarela y el grabado. Participó en exposiciones tanto colectivas como individuales, celebradas en diversas ciudades gallegas, caso del Segundo Salón de Pintura Gallega el año 1922 en Ferrol y el Tercer Salón en A Coruña el año 1923, además de acudir a exposiciones celebradas en Santiago y Vigo, y remitir sus obras a exposiciones celebradas en capitales como Madrid, Buenos Aires y Montevideo.
Obra fundamental de Bello Piñeiro fue la decoración de la Sala de Conversaciones del Casino Ferrolano con unas simbólicas pinturas murales modernistas, únicas en su género en Galicia, realizadas en varias etapas, desde el año 1925 hasta el año 1936. Se trata de un homenaje al paisaje gallego, recubriendo el techo y paredes de una decoración vegetal con la flora gallega más representativa, que alterna con expresivos paisajes de la ría de Ferrol y del entorno de San Andrés de Teixido, y diversos elementos simbólicos gallegos. En una esquina del mural puede leerse la curiosa dedicatoria “a un nombre de mujer que no diré nunca”
Desde finales de los años 1930 el pintor mugardés entró en una fase de crisis cíclicas, producto de sus desavenencias familiares, que trató de mitigar con el consumo de alcohol. Ello no le impidió continuar con su trabajo, en algunos casos con obras de poco interés realizadas por encargo, siendo su última exposición en Ferrol la celebrada en el Casino Ferrolano en mayo de 1950.
De gran interés fue también su faceta de ilustrador de diferentes publicaciones, caso de “Desde o ceo” de Manuel Murguía, ”Hablando con santos” de Basilio Álvarez, “Ruinas” de Prudencio Canitrot y “A Santa Compaña” de Novoa Santos, además de sus colaboraciones en las revistas “Alma Gallega” de Madrid y “Galicia” de La Habana.
Felipe Bello Piñeiro fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia Gallega en Diciembre de 1928 y académico de número de la Real de Nuestra Señora del Rosario en Febrero de 1942.
En su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes coruñesa trató de la historia y características de la pintura gallega, y en Abril de 1951 cedió a la citada Academia su archivo personal de documentos relacionados con su obra pictórica.
Falleció en su localidad natal, O Seixo, el 9 de Diciembre de 1952, cuando contaba 65 años de edad. Una calle de Ferrol recuerda su memoria, mientras que el fracasado museo de pintura que se pretendió instalar en su día en el Centro Cultural de la calle del Hospital estaba previsto que llevase su nombre. Entre los estudiosos de la obra de Bello Piñeiro cabe citar especialmente al pintor José Leyra Domínguez y al crítico de arte Andrés Mosquera. n