Ahora mismo, en este país, hay algo más de un millón de personas en una especie de limbo del que no saben como salir. Ellos, en su momento, fueron los envidiados miembros del colectivo entre 50 y 55 años que, en su día, fueron vacunados contra el covid. La cuestión es que recibieron el fármaco de AstraZeneca y, ahora mismo, no saben cuando van a recibir la segunda dosis. Por no saber, ni tan siquiera conocen si volverán a ser inoculados con el medicamento de esa empresa o si se convertirán en los conejillos de indias de un nuevo proceso de mezclar vacunas de diferentes procedencias. España ha decidido retrasar cuatro semanas más la decisión sobre su futuro y lo que más cuesta entender es el motivo de esa decisión, sobre todo teniendo en cuenta que la Agencia Europea del Medicamento y los expertos aseguran que el fármaco es seguro y que el beneficio prevalece sobre la minúscula posibilidad de sufrir una reacción que termine en trombo. Parece que los políticos saben más que los expertos, o al menos eso creen.