No va más. Noventa minutos marcarán el futuro inmediato del Racing. El partido que lo enfrenta al Marino este mediodía –12.00 horas, Miramar– determinará si el equipo ferrolano finaliza el subgrupo 1-D entre los dos primeros –que clasifican para Primera RFEF, la categoría que desde la próxima temporada será el tercer nivel del balompié español y antesala del fútbol profesional que quiere acabar alcanzando– o si, por contra, se queda fuera de esas plazas –lo que lo dejaría un peldaño más abajo–. Así que el último partido de la temporada le puede traer premio al cuadro verde.
Hay dos caminos para que el Racing consiga su objetivo: uno, ganar al Marino; otro, que el Numancia no sea capaz de hacerlo frente a un Deportivo que ya está clasificado para la nueva categoría. En el primero de ellos, el equipo ferrolano depende de sí mismo, así que su intención es demostrar desde el pitido inicial sus pretensiones ante un rival que, sin necesidades a nivel clasificatorio, solo se juega la honra y la posibilidad de aumentar la racha de partidos sin perder como local desde la llegada de Manel Menéndez al banquillo.
Es consciente el Racing de que el de hoy no será un partido fácil: ni por la presión que lo acompaña, ni por lo complicado del escenario ni por la lluvia que se espera para la jornada de hoy y que puede condicionar la manera de jugar en Miramar. El equipo ferrolano, de todas maneras, espera sobreponerse a todo ello, adaptarse a lo que le depare el partido para llevarse los tres puntos y, con ello, la clasificación.
Aunque la intención del Racing es la de mantener las señas de identidad que le hacen estar en esta situación –presión cerca de la portería contraria, velocidad por las bandas, alta intensidad a la hora de jugar–, el cuadro verde también es consciente de que tendrá que adaptarse a lo que le depare el partido. De todas maneras, la capacidad de los ingredientes de los que dispone le hacen ser optimista para conseguir un logro que, esta vez sí, depende de sí mismo.