Las abejas fueron una parte esencial en la recuperación ambiental de la antigua mina de As Pontes. Ayudaron de forma trascendente a que Endesa culminase esa rehabilitación ejemplar que ha convertido lo que era una escombrera en una de las zonas de mayor biodiversidad de Galicia. Por eso ahora la compañía quiere fomentar que se conozca su importante labor entre la sociedad. Ha firmado un convenio con la Casa do Mel de Goente para cederle el Aula da Natureza que se encuentra en los terrenos mineros recuperados y abrirá el espacio para visitas guiadas gestionadas desde la asociación de apicultores. La iniciativa cuenta también con el respaldo del Concello.
“Sin todavía haberle dado mucha publicidad, ya nos está llamando mucha gente para reservar esta ruta.
Estamos convencidos de que va a ser un éxito rotundo. A la Casa do Mel es justo lo que le faltaba, un espacio exterior de estas características en un entorno que no puede ser más apropiado para las abejas”, comenta el responsable del ente, Manuel Ferreira, quien quiso también agradecer “el compromiso de Endesa desde el primer día con nuestro proyecto”. La Casa do Mel cuenta con tres colmenares en los terrenos de la antigua mina, uno de formación para nuevos apicultores, otro de producción y uno cerca del lago volcado en la investigación. Allí, una bióloga, una veterinaria y un técnico apicultor tratan de hacer una selección de la raza de abeja negra autóctona que sea más productiva.
El Aula da Natureza cuenta con dos colmenas de cristal y en las que se puede observar el trabajo de las abejas
Además, en el Aula da Natureza se han instalado dos colmenas de observación, hechas de cristal y en las que se puede observar el trabajo concienzudo de las abejas hasta conseguir la miel. Estas colmenas cuentan también con un dispositivo que, mediante una máscara, permite experimentar el olor mágico que rodea a un panal. “Depende en gran medida de qué flor estén polinizando, pero normalmente tiene un toque a vainilla”, explica Ferreira.
“Para nosotros es un paso más en esta colaboración tan fructífera con la Casa do Mel, que, como recordaba Manuel, se remonta al inicio de la asociación y a cuando estábamos ejecutando la recuperación de este entorno natural que hoy se ha convertido en un ejemplo de biodiversidad”, agrega María Jesús Penabad, del departamento de sostenibilidad de Endesa.
Para las visitas, que se harán en grupos máximos de 20 personas y que siempre estarán acompañados por un técnico, se manejan dos tipos de recorrido: uno largo, de aproximadamente nueve kilómetros y en el que se pasa por todos los colmenares instalados en los terrenos de la antigua mina de Endesa y por el Aula da Natureza; y otro corto, de tres kilómetros en el que se ven los colmenares de formación y de producción y los de observación ubicados en el Aula. “Por ahora –destaca Manuel Ferreira-, lo que más nos demandan es el recorrido corto. En primer lugar, lo hemos dado a conocer entre nuestros más de 300 socios, pero ya hemos cerrado reservas con otros grupos de gente y tenemos previsto realizar esta actividad con niños”.
La huella de lo que fue la mina de lignito a cielo abierto más grande de España ha acabado convirtiéndose en uno de los parajes de mayor biodiversidad de toda Galicia y un ejemplo de recuperación medioambiental que ha sido referenciado en numerosas ocasiones a nivel internacional. Hoy es un enclave repleto de fauna y flora, con más de un millar de especies de plantas y animales, 200 nativas en la zona. Además de en completar la superficie de lago, que ocupa el hueco dejado por la explotación minera, en la restauración de las 1.500 hectáreas de la antigua escombrera, Endesa invirtió más de dos décadas de trabajos. Durante este tiempo se realizaron unos 6.000 análisis físico-químicos de tierras y aguas, se aportaron dos millones de metros cúbicos de tierra vegetal y estériles y se habilitaron 67 kilómetros de caminos y 56 kilómetros de canales. A estas extraordinarias magnitudes hay que añadir 40.000 metros cúbicos de abonos orgánicos, 500.000 kilos de abonos químicos, 120.000 semillas y más de 60.000 árboles plantados. Todo para transformar un enorme espacio con vocación industrial en una reserva de la naturaleza y en un paradigma de la sostenibilidad.