Nadie se podía imaginar al empezar MasterChef que el programa doce rompería una de las parejas, la de Ofelia y Jose, más historiadas de esta edición. El cardiólogo murciano se incorporó a mitad de programa porque su vocación médica pudo más que su afán televisivo. Decidió rechazar su sueño en RTVE para luchar contra el Coronavirus, así que, cuando la situación pandémica amainó, el programa le dio la oportunidad de conseguir, de nuevo, plaza en MasterChef. Nunca es fácil incorporarse al show semanas después del arranque televisivo, incluso para los repescados suele ser tarea ardua coger ritmo en las cocinas, pero Jose, muy paciente y perfeccionista, se fue ganando a sus compañeros y consiguió encontrar su lugar.
Las primeras semanas entre el médico y la gallega hubo cierto ronroneo y la pareja mostraba feeling, por lo menos durante las grabaciones, pero la relación no cuajó y algo debió pasar detrás de cámaras que del amor, la gallega pasó a la indiferencia total. Ayer se jugaron el acceso directo a la semifinal de esta edición y los espectadores pudieron ver un foso en el que Arnau sobresalió frente a los que Pepe definió como “la pareja que nunca llegó a ser pareja”. Los jueces finalmente decidieron que fuera el de Murcia el expulsado y que, por lo tanto, la compostelana se clasificase para la recta final de MasterChef. Durante la gala de ayer se pusieron todas las cartas sobre la mesa y se pudo ver a una María altiva que sigue odiando a su contrincante, Ofelia, y a un Fran que no disimuló las ganas que tenía de que la gallega volviera para casa. Incluso Meri, el gran apoyo de Ofelia, mostró poca fidelidad y solidaridad hacia su gran amiga en la prueba de exteriores. Como sucede siempre, la final se acerca y las carteas se caen.
La visita de la familia
La nota divertida de la noche fue la primera prueba, la mítica de los familiares, que en esta ocasión vinieron con las especialidades gastronómicas de cada casa para que los aspirantes replicasen la receta e introdujesen técnicas aprendidas durante el reality. Los platos eran un derroche de ternura hasta que llegó el de Ofelia, un San Jacobo con patatas fritas, fiel reflejo de la fritanga y de su paso por los internados de los que ella misma durante el programa ha hecho alusión en numerosas ocasiones. La prueba de ayer demostró que quienes llegan al programa doce evolucionan en cocinas y es que da gusto cuando en MasterChef se ve que los concursantes son capaces de ideas y ejecutar platos propios de la alta cocina. La prueba de exteriores fue espectacular y los concursantes tuvieron el honor de estar en las cocinas del restaurante Les Cols de Fina Puigdevall, con dos Estrellas Michelín preparando un menú capitaneados por los propios jefes de cocina de la masía. El equipo compuesto por María, Meru y Fran consiguió el pase directo a la semifinal.
Quedan pocas semanas para conocer el ganador de esta edición de MasterChef y lo cierto es que nadie podría imaginar que aquella niña disparatada que se presentó hace unos meses podría estar entre los cinco aspirantes que se cuelan en la final. Pero Ofelia ha demostrado ser una luchadora incansable que no pierde la ilusión por trabajar en lo que más le apasiona que es la alta cocina. María, Fran, Meri, Arnau y Ofelia batallarán la semana que viene por colarse en la final.