El catedrático del Departamento de Física Aplicada de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), Jorge Mira, y el físico de la Universidad de Sevilla, José María Martín Olalla, se han vuelto a mostrar contrarios a eliminar el cambio de hora ya que, como alerta Mira, esta decisión sería equivalente a "no contar una vacuna que es capaz de arreglar un problema".
En declaraciones a Europa Press, Mira ha lamentado "la bola de nieve" formada tras la decisión tomada en 2018 por el Parlamento Europeo y la Comisión Europea que, a su juicio, "se lanzaron a ello sin pensarlo demasiado". Ese año se planteó la propuesta de eliminar el cambio de hora --4,6 millones de personas participaron en la consulta de la Comisión Europea, con más de un 80% de encuestados a favor de poner fin a los cambios horarios-- y se inició un proceso que, si bien consideraba suprimir este cambio en 2019, finalmente se aplazó a 2021, aunque este plazo tampoco se ha cumplido.
Precisamente, coincidiendo con el cambio horario del último fin de semana de marzo de 2021, la comisión de Transportes del Parlamento Europeo instó a los Estados miembros a acabar con esta práctica aunque el Consejo de la UE aún no ha tomado una decisión final que también se ha visto retrasada por la irrupción de otras cuestiones como la pandemia provocada por la Covid-19 o el Brexit.
"La decisión no es tan sencilla", alerta Mira ya que, como explica, "si se adoptara el llamado 'horario de verano' todo el año en Galicia, por ejemplo, amanecería entre las 9 y las 10 de la mañana durante cuatro meses y en caso de adoptar el de invierno, en la costa este peninsular amanecería entre las 5 y las 6 de la mañana durante cuatro meses. Y en Europa, en el caso de Italia, en la costa adriática, amanecería a las 4 de la mañana o en Berlin a las 3".
"Si no se hiciese el cambio estacional de hora, a las 8:30 de la mañana de junio y julio el sol estaría más alto sobre el horizonte de lo que está en cualquier momento de diciembre y enero, y eso en cualquier parte de la Península. Y es que las sociedades no son estúpidas, y por simple mecanismo de prueba-error acaban encontrando su punto de equilibrio solar", confía Mira.
Por ello lamenta la opiniones a favor de eliminar el cambio de hora "cuando fue una solución que se adoptó para arreglar un problema". El cambio de hora es una vacuna para arreglar un problema y como muchos creen que está arreglado, se piensa que no hace falta. Esto es tener falta de miras, es como una vacuna que hay que ponerse para estar bien alienado", insiste.
"Antiguamente no hacía falta porque la gente se levantaba con el sol. En el siglo XX se han sintonizado los hábitos pero si se elimina el cambio estacional, la gente tenderá a correr su horario --por ejemplo, si al levantarse, el sol está ya muy alto, adelantarán su actividad-- y al final se perderán horas. Este problema se está olvidando y se apuesta por una solución que va a dar más problemas", advierte.
En cualquier caso, recuerda que "hay dos dictámenes de dos organismos y esto está encima de la mesa". "Pero espero que alguien reflexione o lo vamos a pagar todos", señala Mira, en consonancia con José María Olalla para quién la decisión de la UE es "muy complicada". "Tengo la impresión de que los gobiermos la están evitando tomar, no sé si por la pandemia o si porque es muy compleja pero creo que ha fallado el análisis en la Comisión", afirma.
Martín Olalla defiende que "el cambio de hora tiene ventajas fisiológicas al adaptar la actividad humana al sol" y alerta de que "es muy fácil decir que se cambia la hora pero luego elegir invierno y verano no es tan sencillo".
Así, un estudio publicado recientemente por este profesor en la revista 'Chronobiology International' analiza retrospectivamente y desde el punto de vista fisiológico las posibles consecuencias de la supresión del cambio estacional de la hora y concluye que el mantenimiento de la misma hora durante los doce meses podría suponer un aumento de la actividad humana durante la madrugada en los meses de invierno, con las potenciales repercusiones en la salud humana que ello conllevaría.
Para ello, el experto compara el ritmo diario de trabajo y el ritmo diario de sueño/vigilia en Reino Unido y Alemania, ambos países con una latitud y unos estándares de vida similares, pero en el Reino Unido, el cambio estacional de la hora está vigente desde el año 1918, mientras que Alemania no practicó el cambio de la hora desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta 1980.
La comparación muestra que por la mañana el ritmo de vida de Alemania está media hora adelantado respecto del británico. De este modo, en Reino Unido el inicio de la actividad se alinea exactamente con la hora del amanecer invernal --lo que es óptimo desde el punto de vista cronobiológico--, mientras que en Alemania se observa más actividad humana antes de ese momento.
Extrapolado al momento actual, si la hora de invierno se usara durante todo el año, Martín Olalla argumenta que más sectores de población volverían a ver conveniente adelantar la actividad en primavera-verano: si amanece aparentemente más temprano, más personas encontrarán conveniente ir antes al trabajo. Si esta preferencia pervive, en el invierno se induciría un incremento de la actividad humana durante la madrugada invernal, lo que no es óptimo desde un punto de vista fisiológico.
El autor del estudio señala finalmente que, en latitudes intermedias, ninguna alternativa está libre de los riesgos que las estaciones del año inducen en las sociedades modernas con una vida social regida por horarios, por lo que el cambio estacional de hora se muestra eficaz para alinear el inicio de la actividad con el inicio de la luz solar, regulando estacionalmente la actividad humana de forma similar a épocas pasadas.
Por el contrario, desde ARHOE-Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, piden valorar el modo de vivir del conjunto de la población española y acomodarse a lo que favorezca a la mayoría.
Como señala su presidente, José Luis Casero, que formó parte del Comité de Expertos creado por el Gobierno en septiembre del año 2018 --del que también forma parte Mira-- "es difícil la unanimidad, pero si la gran mayoría de expertos consideraba que lo mas apropiado para el conjunto de la sociedad y en aras a horarios saludables es el horario UTC o GMT +1, que es el que vamos a adoptar ahora, ese debería ser el criterio".
"El mantenimiento del cambio de hora bianual mantiene un status que desde nuestro punto de vista no es aceptable", insiste Casero para quien "la supresión del cambio de hora bianual, debería partir de la adopción del horario de octubre (mal llamado invierno), basándonos en que su impacto económico es marginal y el más acorde con factores como salud, descanso, productividad y rendimiento (laboral y escolar)".
"El huso horario equivocado actual no debería ser un problema si fuéramos coherentes en nuestro horario y uso del horario y del tiempo. Hay que introducir el tema de fondo y medidas que favorezcan la conciliación y corresponsabilidad como una necesario cambio de enfoque del uso del horario. Tener más horas de luz no significa que las estemos disfrutando", concluye.
Con el cambio de hora se cumple con la Directiva Europea 2000/84/CE que sigue afectando, sin excepción, a todos los estados miembros de la Unión Europea. El cambio horario es obligatorio y siempre se produce en las mismas fechas y horas en el conjunto de la UE, de modo que no existe la posibilidad de que un Estado miembro no lo aplique.