Rogelio Santos ha conseguido que el arte de la pesca, el conocimiento de las especies marinas y la protección del medio natural llegue a todas partes a través de las redes sociales. Como pescador es el mejor divulgador de estos mensajes y así se ha convertido en todo un “influencer”.
¿Cómo surgió el interés por trasladar su labor y conocimientos del mar a través de las redes sociales?
Lo que muestro es porque así lo siento y lo pienso, y soy un privilegiado porque por mi profesión conozco bien el mundo del mar, las especies, la riqueza de los mares gallegos, que no tiene que ver solo con el valor económico y de puestos de trabajo sino también con la diversidad, forma, colores de los peces y sus cualidades. Muchas veces nos quedamos pasmados con criaturas de otros países, de EEUU, Asia o islas del mundo y aquí tenemos cosas igual de increíbles, rayas eléctricas, tiburones o simplemente los colores de los pintos, que recuerdan a los peces tropicales. Mucha gente es ajena a ese mundo y hay una gran distancia entre los productores de alimentos y los consumidores. Hasta hay niños que dibujan pollos con cuatro patas.
¿Esperaba tanta repercusión y reconocimiento?
No. Con esta actividad en redes sociales no buscaba fama ni reconocimiento, tenía necesidad de contarlo porque me parece maravilloso mi trabajo, algo digno de honrar y dignificar. Para pescar hay que tener muchos conocimientos y habilidades y sentía la obligación de contar algo de lo que me siento superorgulloso. Hay un montón de normas fiscales, de seguridad a bordo, de sostenibilidad, de riesgos laborales... y creía que mostrando que para ir a pescar no hay “barra libre”, podía ayudar a concienciar para que todos arrimemos el hombro y consumamos de modo responsable, y que no se contamine el mar.
Ya ha sido tendencia e incluso levantado ampollas por temas como la crítica por el uso de bogavante ovado en Master Chef, sin que se indicase su procedencia...
En este caso me sentí orgulloso de la respuesta social, los master chef fueron la población de Galicia, que está concienciada de que no se pueda consumir bogavante con huevas en Galicia. Si otros países lo hacen deberían aprender de nosotros, porque los recursos no son infinitos. La gente quiere saber lo que come y el origen, el país, o la zona, porque todos son lugares apreciados y consumir productos de distintas localidades nos conecta a todos, sea de Carril, de Pontevedra, de Muros-Noia o de Ferrol. No está bien que en un programa aún no sepamos hoy a ciencia cierta de dónde era el dichoso bogavante, solo que era foráneo.
En su charla del proyecto Ártabro Inclusivo, hará hincapié en la basura marina. ¿Qué se encuentran los que trabajan en la mar y qué problemas supone?
Cuando trabajamos, sobre todo, con redes de malla en los fondos arenosos dentro de la ría, el mar tiende a echar fuera lo que no le gusta, los plásticos. Todos hemos colaborado en causar ese problema, trabajadores y ciudadanos. En nuestras redes vienen antiguas redes de pesca, trozos de nasa, de cerco, de arrastre y elementos como cajas o guantes del día a día de los barcos. La mayor cantidad son antiguos, de cuando no había tanta conciencia. Hoy en día, a los pescadores no se les ocurriría ya tirar las cajas rotas de pescado al mar. También llegan bolsas o toallitas higiénicas pegadas en las centollas, que pueden venir desde Madrid a Galicia a través de ríos como el Duero o el Tajo y desde Portugal acaban en Galicia. La contaminación, además, no es solo lo que vemos, como botellas, sino también residuos de las industrias, váteres o medicamentos, pinturas, etc.
Además de los residuos marinos, ¿cuál es el principal problema del día a día del pescador?
El principal problema es la falta de confianza y de referentes. Hemos pasado por una historia española de corrupciones políticas, institucional y empresarial y eso tiene consecuencias hasta en el mar. Cuando ese es el ejemplo, cómo vas a decir al pescador que no traigan bogavante en veda cuando en tierra han traído kilos de bogavante en forma de corrupción todo este tiempo. Mi deber es devolver al mar marisco en veda y recoger basura, pero también quiero mostrarlo y que se vea.
¿Se corresponden los precios en mercados con el coste que supone la pesca?
Está el trabajo del pescador, de las lonjas, del mercado, las pescaderías, las horas pasando frío, vendiendo, limpiando, transportando... todo tiene un coste y toda esa gente también paga, además, impuestos. Cuando pagamos el pescado caro es porque es un producto de calidad. Hoy consumimos muchos productos con bajo aporte nutritivo, con exceso de grasa, azúcares nocivos, y el pescado, aunque sea una pequeña porción, contribuye más a la salud y está ayudando al medio ambiente y que se extraiga sosteniblemente también tiene un coste. Comprar pescado de aquí cuida a los pescadores.
¿Y el cliente sabe cuándo y qué tipo de pescado debe adquirir en cada momento?
Ahora entramos en época de centolla, el 6 de noviembre en Pontevedra y Coruña. La gente espera a Navidad para comprar marisco y aunque no pasa nada si queremos gastarnos ese dinero, se puede consumir más asequible en noviembre y diciembre y tener una dieta más rica. Hay que consumir pescado y marisco de temporada. A veces tendemos al lenguado o la lubina y hay épocas en las que se puede comprar a buen precio, porque en verano o navidades puede ir carísima y en febrero o marzo mucho más barata. Además, hay pescados humildes como la xarda o el jurel, que son los que poseen más Omega 3.
Cómo podemos colaborar los ciudadanos en prolongar la vida del mar y de las especies?
Sobre todo con un consumo responsable. Siempre que vayamos a comer conviene preguntar de dónde es el pescado que nos ponen, incluso en los restaurantes. Si es salvaje o de piscifactoría, de dónde proviene, etc. Es como en los vinos, claro que puede llegar pescado de fuera pero hay que saber de dónde, podemos hacernos expertos en esto y consumir pescado de temporada y premiar al certificado en España o Galicia.
¿Qué supone participar en un proyecto como el que ponen en marcha Ferrol, Fene y Narón?
Estoy superfeliz de poder estar aquí con esta charla porque esta zona, como la mía, es de gente trabajadora y se están haciendo grandes esfuerzos por la actividad del marisqueo. Además el proyecto implica a concellos, entidades sociales, centros formativos y universidad, eso me encanta, porque el mundo del mar y la sociedad necesitan ese espíritu colaborativo