Coincidiendo con el centenario de su fundación, el Partido Comunista de España intenta, una vez más, cambiar de marca y de caras al frente del timón. Yolanda Díaz sería la protagonista de esa enésima estrategia. Con esta iniciativa aspiran a conseguir los apoyos que elección tras elección les negaron la mayoría de los españoles. Antaño, tras el abandono de Santiago Carrillo y los liderazgos -fallidos o escasos- de Gerardo Iglesias, Julio Anguita, Paco Frutos, Gaspar Llamazares o Cayo Lara recurrieron a coaliciones como IU en las que era el PCE quien señoreaba la apuesta. En los últimos comicios, conscientes del escuálido liderazgo que ejercía Alberto Garzón, decidieron cobijarse bajo el manto protector del movimiento Podemos que acaudillaba Pablo Iglesias.
Aceptando ese papel ancilar, por primera vez –desde los tiempos de la Segunda República– tocaron poder gracias a un Pedro Sánchez que, urgido de instalarse en La Moncloa, les cedió dos ministerios. Uno de ellos aparejaba nada menos que una Vicepresidencia, encomienda que recayó en Yolanda Díaz, curtida dirigente comunista gallega.
Como nueva apuesta del partido, la señora Díaz, de decir suave y vestir elegante -aspecto éste, el indumentario, banal pero muy resaltado en los medios- mueve hilos para crear una “plataforma política transversal”. A ese fin obedeció un mitin celebrado en Valencia en el que participaron Ada Colau, Mónica Oltra, Mónica García y Fátima Hamed Hossain, dirigentes de diferentes siglas pero similar orientación política. La señora Díaz dijo que va detrás de un “proyecto de país, más allá de Madrid” -añadiendo- que: “siente en la calle que la gente quiere cosas diferentes”. Del acto dijo una de las presentes que era “un tsunami feminista”. Lo que no dijeron es que era el enésimo intento del Partido Comunista para poner en circulación una nueva marca o coalición esperando que cuele y, en el futuro, pueda mejorar sus resultados en las urnas.