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viernes | 5 julio | 2024
Añorado por muchos como un medio de transporte que garantiza la movilidad sostenible en un tiempo en el que es vital reducir emisiones; pero también como un reclamo turístico, la nostalgia del tranvía en Ferrolterra nos lleva a adentrarnos una vez más en la hemeroteca de los primeros números de Diario de Ferrol. En la edición del 29 de agosto de 1999, un completo reportaje recordaba entonces que un día antes se habían cumplido 75 años de lo que fue “la inauguración del servicio entre Ferrol y Xuvia”. Ahora, un cuarto de siglo después, celebramos los 100 años de la efeméride.
Fue en 1892 cuando surgió una iniciativa a la que se dio el empujón definitivo diez años más tarde al constituirse el 10 de noviembre de 1922 la sociedad correspondiente. De hecho, decía la crónica, “con el fin de conseguir suscriptores, se creó en el Centro Gallego de La Habana un comité de propaganda Pro Tranvías de Ferrol que se unirían a los 440 que ya había en la ciudad, presentes o representados en la asamblea constituyente”. Contaron con dos millones de pesetas en su arranque.
La idea era comunicar la ciudad naval con Neda, pero esta primera línea iba desde la plaza de España de Ferrol hasta el Portazgo de Xuvia, ampliando después su servicio hasta la real villa y discurriendo también por A Magdalena y Curuxeiras, siendo el puerto el último lugar donde todavía se pueden ver las vías del tren eléctrico que hizo su último viaje hasta las cocheras de Freixeiro el 3 de julio de 1961, sustituido por autobuses. Los precios de los billetes oscilaban entre los diez céntimos de los recorridos más cortos hasta las dos pesetas del trayecto más largo.
El tendido del tranvía tenía 8.465 metros y el recorrido de los coches era de 7.800 metros. En su inicio, contaba con dos automotores y se reducía al transporte entre estos dos puntos, por lo que el resultado económico no era el previsto y eso fue lo que motivó la extensión desde la antigua Porta Nova hasta el muelle y, por la otra banda, hasta Santa María, en 1932.
El tranvía llegó a recorrer, 19 años después de su inauguración, 520.000 kilómetros, transportando en aquel 1943 a dos millones y medio de personas. Sería siete años después cuando se registró el único accidente mortal de la historia de este medio de transporte en la comarca.
El 28 de noviembre de 1950 chocó contra el pretil del puente de Xuvia cuando iba lleno, con unas 60 personas, porque se celebraba la feria de Albarón en Neda. Recoge el libro coordinado por Fernando Masafret, ‘La fábrica de Jubia y sus alrededores’, el testimonio de Carmiña Alvariño Pantín, una niña por aquel entonces, que salió de su casa y “el suelo temblaba y oí un ruido muy extraño” que procedía del puente.
“Las mujeres que venían de la feria intentaban desesperadamente saltar por las ventanillas”, relató, describiendo haber visto “al conductor tirado en medio de las piedras que habían caído de la paredilla. Tenía la cara amarilla y sangre, pero estaba vivo. El que sí murió fue Paquito, el revisor. A él no lo vi”, dijo, en referencia al fallecido Francisco Rey. Los fallos mecánicos de los tranvías fueron los causantes de varios descarrilamientos a lo largo de sus 37 años de vida, pero ninguna otra vez hubo que lamentar víctimas como ese día.
