A finales del 2006 yo (una versión joven de Miguel Castro) me encontraba de regreso a mi ciudad natal, la única urbe que entiendo y que amo. Lo hacía para cumplir uno de mis sueños: ejercer de maestro. En la pequeña escuela a la que dediqué 16 años de mi vida conocí a Pepe Torregrosa. Gran maestro y mejor persona. Hombre siempre amable y generoso, solo sabe hablar buenas palabras de sus amigos. A pesar de existir entre ambos más de 30 años de diferencia, establecimos una infinita amistad a prueba de tiempo o de cualquier desencuentro.
En aquellos años también conocí una de mis grandes pasiones, la radio comunitaria. Radio Filispim me regaló un altavoz, un espacio de crecimiento, un colectivo. Torregrosa, con el que también hacía radio, me presentó entonces dos de sus “casas”. En una, Fuco Buxán, trabajé durante mucho tiempo con amigos como Rafael Pillado, Víctor Novás, Fernando Ocampo o Manolo Cendán, entre otros. Su otro hogar era el Diario de Ferrol. Tenía en él una estupenda columna semanal donde hacía crítica de cine. Allí, en 2008, me presentó a otro Pepe (Fandiño), también, como yo, muy joven.
Él fue quien me abrió la puerta para colaborar en el Diario. De su mano (y la de Nicolás Vidal) comencé a escribir en el suplemento Nordesía. Durante años llené páginas hablando de movimientos sociales, de justicia, también de viajes… Ahora, hace unos meses regresé a Nordesía para hablar de cine y cerrar, de alguna manera, un círculo iniciado hace tres lustros.
Entremedias, cada una de las actividades que creí importantes, fuesen de colectivos, escolares, o creativas, siempre tuvieron cabida en el Diario. Las dos “Puris”, Ceballos y Rodríguez Calvo, me facilitaron enormemente esta tarea. Cuando publiqué mi primera novela, Lodo, Puri Ceballos me emocionó con su crítica, con su visión sobre lo leído.
También en mi época más política, este nuestro periódico, estaba ahí para hacerse eco de nuestras demandas. El Diario de Ferrol, en todo momento, ha facilitado enormemente la difusión de las actividades de los movimientos sociales y culturales de nuestra comarca.
Hace 25 años, cuando se fundó el Diario de Ferrol, había casi 20.000 vecinos más en nuestra ciudad. Año tras año, unos y otros, se fueron marchando en busca de trabajo. Ahí se vio la capacidad de resistencia del Diario; medio de comunicación fundamental para nuestro orgullo.
Ahora que la sangría ha cesado y cada vez somos más, que el ambiente huele a optimismo y que se ven más carritos de bebés por nuestras calles, es el momento de que el Diario continúe su avance junto a este Ferrol en el que creemos y confiamos.
Miguel Castro es escritor