Se podría pensar que Ferrolterra siempre se ha llamado así, que se trata de un topónimo heredado muchos años atrás, pero la realidad es que esta denominación es relativamente joven. De hecho, cumplía el pasado 30 de agosto solamente 62 años y ya Diario de Ferrol, el 2 de septiembre de 1999, hablaba de su “cumpleaños”.
El médico, escritor y poeta Álvaro Paradela fue quien bautizó a la comarca y, por extensión, a los 20 municipios que conforman esta esquina del noroeste cuando se necesita abreviar sin poder enumerar a Ortegal y el Eume.
Una “quinta provincia”, como vienen reclamando algunos con retranca en una reivindicación que el propio Paradela compartió ya a su manera en el artículo “Ferrolterra” que firmó en “Por una Galicia mejor”, el espacio que rubricaba en La Voz y desde el que acuñó este “neologismo”, como dijo él mismo.
El artículo del escritor, nacido en A Coruña y médico en Narón durante más de dos décadas, estuvo inspirado por la convocatoria del primer (y único) Día de la Comarca que se celebró en Ferrol el 2 de septiembre de 1962. José María López Ramón era el alcalde y Alfonso Couce Doce uno de los concejales, señalándose como “gran impulsor” del evento por el periodista Man Castro.
“Serán millares los forasteros que pasen el día en la ciudad departamental, en donde se ha confeccionado un extraordinario programa festivo para complacer a los visitantes”, prometían los artículos de prensa en los días previos, avanzando que habría “una serie de puestos en los que se ofrecerán numerosos artículos totalmente gratis” y acompañando a la previa un grabado de la ría y los municipios, añadiendo al pie que es “la comarca ferrolana, que con acierto Paradela acaba de bautizar como Ferrolterra”.
El Día de la Comarca, a las 16.00 horas, se jugó también el Trofeo Concepción Arenal en el Manuel Rivera, en aquella ocasión entre el Deportivo de La Coruña y el Real Betis, despertando una “gran expectación” y siendo el evento festivo un aliciente: “Ferrol ofrecerá el domingo, festiva y deportivamente, una gran jornada. Que nadie ignore esto. No viajar allí será desperdiciar una ocasión inmejorable”, decían en la prensa coruñesa.
Además del partido, que ganaron los sevillanos en la tanda de penaltis, aquel día en Ferrol hubo un desfile con la participación de unos 40 tractores de la cooperativa de Castro, batalla de flores y degustación gastronómica en el Cantón de Molíns (pulpo de Mugardos, sardinas de Ares, pan de Neda...), la quema de una falla elaborada por Alfredo Martín en la plaza de Armas y una multitudinaria verbena.
El bastón de mando de la ciudad, recuerda Man Castro, pasó a manos del alcalde naronés, Marcial Calvo Hermida, quien representó al resto de concellos. Recordó este Diario que se gastaron unas 15.000 pesetas de las arcas públicas y hubo aportaciones ciudadanas, logrando atraer a cerca de 15.000 visitantes al festejo, según las crónicas.
Uno de los ausentes fue el alcalde de A Capela, Manuel Salgado, quien protestó después en una entrevista con La Voz por no haber sido invitado: “¿Cómo nos han dejado ausentes del Día de la Comarca? ¿Es que nosotros no tenemos una razón de diaria dependencia con Ferrol y no hay intercambio permanente?”, lamentó.
Aunque un periodista coruñés auguró que el Día de la Comarca sería una fiesta que “cada año ganará en importancia” y aseguró que el suyo era un “vaticinio que se puede hacer sin el menor riesgo de equivocarse”, la realidad es que no hay constancia de una segunda edición.
Lo que sí ha perdurado en el tiempo es el nombre de Ferrolterra que nos legó Paradela gracias a su artículo, en el que empezaba diciendo que “precisamos una dicción que englobe todo el contenido y el continente del concepto Ferrol y su comarca”.
En base a esta idea, dibujaba hasta cuatro “círculos comarcales”: Ferrol —con Serantes ya anexionado y unos 80.000 habitantes—; Narón, Valdoviño, Neda, San Sadurniño, Ares, Mugardos y Fene; Cedeira, Cerdido, As Somozas, Moeche, A Capela, Cabanas y Pontedeume, y finalmente Ortigueira, As Pontes, Xermade, Muras e Irixoa, apuntaba, diciendo de la ciudad naval que en ella bullía una “minoría inteligente”.
Lamentaba que el despegue no le acabase de llegar por “ausencia de capitales, carencia de organizaciones idóneas e influjo marino-militar”, y proponía “industrialización civil, un nuevo concepto sociodemocrático de vida y mimar a la comarca”.
Insistía en que Ferrolterra estaba llamada a ser “una unidad funcional vital con función económica” con la que se beneficiaría el comercio, la industria y las comunicaciones. Además, la ciudad se abriría más al resto de Galicia y a Europa: “A Ferrol le tiene que interesar, desmedidamente, toda la comarca”, escribió, deseando que no fuese una urbe “en exclusiva navío-bélica”.