Cuando Begoña Lorenzo abrió su óptica en la carretera de Castilla, todavía se topaba de frente cada mañana con el estadio Manuel Rivera y, al lado de su esquina soleada, crecían las malas hierbas. Sin embargo, en estos 35 años, la zona ha cambiado mucho, al igual que Ferrol. Lo que ha permanecido inmutable es el compromiso de esta ferrolana con todas las personas que traspasan el umbral de su puerta, a las que recibe con su amplia sonrisa.
Después de estudiar y empezar a trabajar en Madrid, Lorenzo volvió a su Ferrol natal con un hijo de 4 años, decidiendo que lo más factible para poder conciliar era tomar la iniciativa. "La única manera de ejercer cuando yo empecé era teniendo un establecimiento propio; pero esto va más allá de ser un negocio: la mía es una profesión sanitaria", precisa la profesional, que también vivió en primera persona la transformación en su sector, pasando de realizar tareas manuales para cortar las lentes a usar la última tecnología de realidad virtual.
Fue el 31 de julio de 1989 cuando abrió sus puertas en el 38 de la carretera de Castilla, así que este verano cumplirá 35 años, un aniversario al que pocos establecimientos llegan. ¿Cuál es el secreto de Federópticos Begoña Lorenzo? "Hay muchas cosas que influyen. Principalmente, trabajar mucho. Pero también adaptarse a todos los tiempos y a las cosas nuevas. Ser muy honesto y, luego, los colaboradores, que son muy importantes. Todos los que pasaron por aquí. Y, por supuesto, los clientes. Los de toda la vida y los nuevos", reflexiona Begoña Lorenzo.
Recuerda que eligió O Inferniño porque "este barrio estaba por crecer, un poco abandonado de la mano de Dios; pero no había ninguna óptica ni mucho comercio, y esta esquina es muy bonita, muy luminosa, se ve muy bien..." y sostiene que "empecé con buen pie, la gente respondió muy bien". A los pocos meses ya tenía dos empleadas trabajando con ella y ahora nos presenta a Mónica, que lleva 22 años a su lado, y a Paula, que está de prácticas allí.
"Por aquí pasó mucha gente en estos 35 años trabajando conmigo, también para hacer sus prácticas", incide, apuntando que llegó a tener otra óptica en San Xoán durante más de 17 años, pero "la cerré en 2017 porque no tenía ganas de luchar más. No soy una persona muy ambiciosa y mi hijo ya había estudiado, ya era independiente, así que tomé la decisión de quedarme solo con esta, que es con la que empecé y en la que estuve más que en mi propio casa", ironiza.
Preguntándole por esa "lucha" a la que se enfrentan a diario los autónomos que levantan la persiana apostando por Ferrol, en su caso, además, tiene que hacerle frente "a grandes grupos que, en realidad, no miran lo suficiente por la gente. Es decir; yo pertenezco a Federópticos, que funciona como una cooperativa profesional y todos somos dueños de nuestros establecimientos, tomamos nuestras propias decisiones, y cuidamos de las personas que confían en nosotros, te esfuerzas para que estén contentas, satisfechas, y que se vayan habiendo cumplido sus expectativas".
"Prefiero que la gente quede contenta", reitera Lorenzo, "que las gafas les sienten bien, que estén cómodos... Aunque valgan la mitad. No estoy aquí por vender, me siento más a gusto así". Reivindica, en este punto, que los optometristas entren de una vez en la sanidad pública, pero con un convenio digno con el Sergas que les permita prestar sus servicios a cambio de una remuneración porque, defiende, "a nadie le gusta trabajar gratis y, hasta el momento, estaba siendo así y la administración lo fiaba todo a que después de graduarse, quizás nos compraban a cambio aquí lo que necesitasen. Estamos luchando por conseguir revertir esta situación".
A Begoña Lorenzo le quedan aun un par de años para jubilarse, pero no afronta con desgana el momento porque, confiesa, "a veces estoy un poco cansada de no tener tiempo libre". A ella, que le gusta el campo y tiene una huerta, le hace feliz "estar cortando la hierba, tener algo más de relax, disfrutar de la vida. Date cuenta de que, al ser autónoma, nunca tienes un mes de vacaciones. Vas aprovechando puentes, alguna vez me he cogido 15 días... Pero nada más. ¿Enferma y de baja? Casi nunca", ríe.
¿Y alguna vez ha pensado en tirar la toalla? "A nivel negocio pasas por épocas muy distintas. Algunas muy buenas y otras peores, sobre todo cuando hay gente que te falla trabajando. Sin embargo, en general, estoy contenta y nunca me ha quitado el sueño porque mi forma de trabajar me gusta. Esta es mi vida, es lo que hice siempre. ¿Iba a estar a una oficina o vendiendo ropa? No, a mí lo que me gusta es graduarle la vista a la gente, hablar con ellos, escuchar sus penas, sus alegrías...", valora.
Recuerda aquellos primeros años, con su hijo Jorge haciendo los deberes en una mesita dentro del cuarto de audiometrías, y reflexiona que "antes de venirme, en Madrid, veía las dificultades que tenía allí para que se quedaran con él, para encontrar a una persona adecuada... Empecé a pensar que tenía que estar en un sitio pequeño, que puedas ir y venir con facilidad sin necesitar el coche, y elegí Ferrol porque es mi ciudad, soy ferrolana y quiero que aquí las cosas vayan para arriba".
Dice Begoña Lorenzo que ella nunca ha renegado de Ferrol, "a mí me encanta, sobre todo que sea una ciudad tranquila en la que tienes de todo", y hace balance de un lugar que, "cuando me vine, había mucho movimiento. Después hubo una crisis y, aunque el centro lo veo todavía un poco parado, aquí en el barrio hay ambiente, mucho cambio y mucha gente de otras nacionalidades". ¿Cuál es el balance de estos 35 años? "Muy bueno: decidí ser autónoma y he conseguido mantenerme, que no es poco". Y, ¿cómo lo va a celebrar? "No tengo ni idea todavía, es que han llegado de repente, se me pasaron rápido. Parece que fue ayer cuando abrí. La verdad es que es increíble", concluye, con la sonrisa intacta.