El señor que vive ahora en la Casa Blanca planea una limpieza étnica en Gaza, entiende que entre su país y México lo único que debe haber es un muro –cuanto más alto, mejor–, está entregado a las deportaciones de inmigrantes y no hay ultraderechista que no sea su amigo. Pero se ha erigido en intermediario entre Rusia y Ucrania. Premio Nobel de la Paz para él.