Cerca de 300 picaduras de escarapote, solo de las contabilizadas en julio, recuerdan a los bañistas que el mar es de los peces. El temor de estos ejemplares es el que hace que eleven sus espinas y piquen a quienes los pisan. Pero, además, el escarapote carga con la culpa de otras picaduras de raya, faneca, escachos, aretes o escarpones. Y encima, no solo se les teme sino que se sirve en pastel, bajo el nombre de cabracho.