Los ochenta fueron duros en Ferrol, como en muchas otras ciudades, cuando la heroína atraía a cientos de jóvenes. En esa lucha de las familias por ayudas a sus hijos “enganchados” nació Asfedro. No solo tuvo que enfrentarse a la lucha contra la droga sino contra aquellos que no querían una comunidad terapéutica al lado. Hoy, la situación ha cambiado, para bien en cuanto a aceptación de la enfermedad y de la entidad, para mal en cuanto a nuevas drogas y a un policonsumo que, en muchas ocasiones, pasa desapercibido.