El expresidente de la Federación Española de Fútbol dejó en casa la versión de sí mismo que durante el Mundial se agarraba sus partes pudendas con una chabacanería superlativa y envió al juzgado la que se definía como un padre digno de compasión. Allí juró, una vez más, que cree que el beso a Jenni Hermoso fue consentido. Solo le faltó decir que la euforia le confunde.