En el pequeño colegio de Cerdido, el CEIP da Barqueira, se encuentra en marcha un innovador proyecto. Gracias a la iniciativa de la Asociación de Productores de Madera de Cerdido (Promacer), la generosidad de un propietario forestal y la colaboración del centro educativo, una finca situada junto a la escuela se convertirá en un espacio de aprendizaje al aire libre. La propuesta no solo busca reforestar con especies autóctonas el terreno, sino también educar en sostenibilidad y medioambiente a las generaciones futuras.
La idea surgió casi por casualidad, explica Cristina Fernández, tesorera de Promacer y miembo de la AMPA del colegio. Recuerda que mientras trabajaban en la tala de madera en la finca contigua, se le ocurrió que aquel espacio podía tener un propósito mucho más enriquecedor. “Se me pasó por la cabeza lo bonito que sería que los niños pudieran plantar aquí, hacer un seguimiento de los árboles, incluso llegar a recoger sus frutos y elaborar recetas”, comenta. Con la idea en mente, contactó con el propietario de la finca, quien, encantado con la propuesta, cedió la mitad del terreno para su uso educativo.
Posteriormente, Fernández habló con Araceli Montes, directora del colegio, quien vio en la iniciativa una gran oportunidad para el alumnado. “Llevamos años haciendo pequeñas repoblaciones en otros municipios y concienciando sobre la flora y la fauna autóctonas, pero nunca habíamos tenido un terreno propio donde trabajar a largo plazo”, explica la responsable del centro. Promacer y la AMPA han adquirido ya cerca de 200 pies de castaños, manzanos, perales, aguacates, naranjos o limoneros, entre otras especies.
La finca se convertirá en un aula al aire libre donde los 42 alumnos del colegio, de todas las edades, podrán realizar actividades adaptadas a su nivel. “Desde los más pequeños hasta los mayores trabajarán en este proyecto según sus capacidades, aprendiendo de forma lúdica y progresiva”, apunta la directora del centro.
Entre las acciones previstas están la creación de un libro interactivo sobre las plantas, la instalación de pequeños invernaderos y semilleros, así como la celebración de un mercadillo solidario en el que se intercambiarán semillas y pequeños árboles por libros donados. Además, se implementará un sistema de riego por goteo para fomentar la sostenibilidad y se incorporará la robótica para medir la temperatura y la luminosidad de las plantas.
“Queremos que los niños programen pequeños robots que ayuden en el control del crecimiento de los cultivos”, añade la directora, incidiendo en que “siempre partimos de los intereses de los menores. Si surge la curiosidad por algún tema en concreto, adaptamos el proyecto a sus preguntas”, explica Montes.
Para poner en marcha esta iniciativa, Promacer ha realizado una inversión aproximada de 2.000 euros, contando con el apoyo de empresas locales que han colaborado con la limpieza del terreno y la donación de materiales. “Es un desembolso importante, pero creemos que vale la pena”, afirma Cristina Fernández.
Además, se han encargado estacas con códigos QR donde se registrarán los datos de cada árbol y del niño que lo ha plantado, de modo que puedan hacer un seguimiento de su crecimiento año tras año.
El próximo mes de marzo, cuando las condiciones climáticas sean óptimas, comenzará la plantación de los ejemplares por parte de los escolares.