San Valentín, el barrio “rojo” que nació en la grada de Astano para ser la octava parroquia de Fene

El padre de Valentín García fue quien inspiró el nombre del famoso barrio fenés que este fin de semana celebra sus fiestas
San Valentín, el barrio “rojo” que nació en la grada de Astano para ser la octava parroquia de Fene
Valentín sujeta la fotografía de la primera fase de las viviendas recién terminadas en los setenta | JORGE MEIS

A ninguno de los cientos de trabajadores que en los setenta salían de sus viviendas de San Valentín a las 6.45 horas para llegar a Astano antes de que sonara “el pito” se le pasaba por la cabeza que aquellas marchas diarias de casa a un trabajo boyante se convertirían, en menos de una década, en las multitudinarias manifestaciones de 20.000 personas clamando contra la reconversión naval.


Allí, en los bloques y las torres que se yerguen entre las dos únicas calles con nombre, las avenidas de la Cooperación y del Mar, Valentín García Modrón hace memoria con Diario de Ferrol desempolvando el álbum fotográfico del “poblado de Astano”, el que se convirtió en el barrio más joven de Fene, en la octava parroquia que sigue siéndolo aun sin tener iglesia.


Fue su padre, del que heredó el nombre, el que inspiró la denominación de la nueva barriada. “Meu pai, Valentín García Saco, formaba parte da directiva da cooperativa con Maximino Souto, Guillermo Fernández Dans, José Acción, Campos Lourido, José Dopico, Fernández López, Jaime López, Serafín Vilar e García Porto”, enumera, relatando que “falaran entre eles para poñerlle o nome e cadrara no mes de febreiro. Como estaba próxima a data e había un Valentín, así quedou”.

 

 

La Cooperativa de Viviendas de San Valentín nació en 1967 para construir los inmuebles en A Chousa, en los terrenos propiedad del astillero, con una superficie de 64.000 metros cuadrados, cedidos por la propia Astano. No fue hasta el 14 de marzo de 1971 cuando se entregaron las llaves de las 384 viviendas de la primera fase, finalizando las 240 de la segunda el 20 de julio de 1975.

 

El CPS y la capilla


“Ao principio non houbo demanda por medo a que non quedaran ben e fixéronse en función das peticións, por iso a primeira fase é só de catro pisos e non de oito, como estaba previsto”, explica Valentín, que llegó a vivir con sus padres cuando era un niño, ingresó en la empresa a los 14 como aprendiz y pudo jubilarse allí: “Cada mañá saíamos catro da miña casa e así con todas as vivendas. Éramos unha manifestación e, de volta, a Policía Municipal tiña que regular o tráfico para poder cruzar porque era unha avalancha”, recuerda.


Aquel no era un barrio cualquiera porque entre las 2.000 personas que llegaron a vivir allí, señala, “había moita xente comprometida e de partidos de esquerda. Éramos de Astano, loitadores. Persoas moi novas e que fomos facendo unha burbulla cultural”, de ahí que surgiera en 1977 el Centro de Promoción Social (CPS), del que él mismo fue directivo: “Organizábamos mesas redondas nas que estaban os secretarios xerais de sindicatos ou os responsables dos partidos políticos galegos... A entidade era unha ferramenta para facer oposición, dar coñecemento e mobilizarse”, señala.

 

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Inauguración de la primera fase y entrega de llaves | Cedida

Fue en 1973 cuando se inauguró la capilla en el bajo del bloque diez, hoy ya desaparecida, siendo el obispo de Santiago de aquel momento el encargado de oficiar la primera misa. Tendrían que pasar tres años, hasta el 31 de diciembre de 1976, para que el Arzobispado le diese la denominación de parroquia. “Caseime eu alí”, recuerda Valentín, confesando que el espacio hizo más servicio como salón de usos múltiples que como lugar de culto. 

 

“Facíamos o baile de Entroido, proxeccións de cine... Tapábamos os santos e valía para todo”, bromea, fechando en mediados de los ochenta su cierre definitivo. El CPS, por su parte, continúa abierto y también contó con directivos comprometidos como Suso Díaz, padre de la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, hija ilustre de este barrio “rojo”.

 

La “Oficina Roxa” de Astano


“Astano era o futuro. Para a xente de aquí entrar era ter a vida solucionada. A maioría dos pais querían que os seus fillos entraran. Era forte, un referente. Un lugar que nos aglutinaba, unha identidade que saía de alí para o barrio e do barrio para alí”, sostiene Valentín, admitiendo que “eu non fun á Universidade, pero aprendín un montón porque tiven a sorte de estar na ‘Oficina Roxa’, que era a de ‘Métodos’, na que estaban Xaquín Marín, Pepe Molinuco [José María Fernández, al que visitaba Carrillo en su casa de San Valentín], Suso Díaz, Juan Carballal, Anido... Era unha universidade de solidariedade, apoio, amizade...”.

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La antigua Astano vista desde las torres de San Valentín | Emilio Cortizas

El fenés todavía recuerda el primer titular que leyó anticipando el cierre de Astano “e nun mes fomos 20.000 persoas a Compostela. Paraba Bazán, o comercio... Cortabamos As Pías e a vía do tren... Ocupamos o concello de Ferrol e puxemos a funcionar un barco e tivo que saír unha patrullera. Mesmo levamos plataformas con bloques e deixamos un na praza de España. Fixemos unha folga e paralizamos o país”.


“A reconversión foi un pao e creou malestar entre veciños, entre a xente que estaba a favor e os que estabamos en contra”, resume Valentín, un extremo que confirman aquellos que fueron niños de “Sanva” en los ochenta. Paz Fernández Correa, Alberto Sellero, Aitor Alcorta y Bárbara Fernández recuerdan la división vecinal que, quizás por la inusual unión previa, llamaba más la atención en un lugar como aquel, que nació de la cooperación entre la clase trabajadora.


“Fueron días de dramas internos porque era como una lotería: ‘¿Lo echarán hoy?’, te preguntabas”, recuerda Bárbara, señalando que “el mismo día que ‘salvaron’ a mi padre, echaron a mi tío. Nunca vi a mi padre llorar tanto”. “Había lloros día sí y día también”, confirma Paz, apuntando que les iban ofreciendo dinero por irse y la cantidad menguaba con la demora.

 

“O noso Astano”


Sus infancias transcurrieron normalizando las manifestaciones, los encierros, el llevarle la comida a sus padres al otro lado de la verja. Añade Aitor que, en el ámbito de la salud, hubo dos epidemias que asolaron San Valentín después del mazazo laboral: el alcoholismo de ellos y los ansiolíticos de ellas. Pero, a pesar de todo, lejos de manejar aquello como un trauma, atestiguan haber sido unos niños felices.

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Una niña en el pabellón de A Xunqueira | Jorge Meis

Fue en 1973 cuando abrió la primera Escuela de San Valentín, seguida del colegio en 1985, y en 1989 el CPS organizó su propio servicio de guardería desde los 2 años en el bloque diez. Paz, de memoria prodigiosa, recuerda que en el centro social acudió a sus primeras clases de gallego y que estar en posesión de su carné le abría las puertas de las sesiones de cine improvisadas en la capilla. 

 

Hilvanan las memorias de las celebraciones del San Xoán con las de Os Maios o las fiestas, que antes se hacían en verano para evitar que el mal tiempo de febrero las aguase —aunque este fin de semana retarán a la lluvia con un amplio programa festivo—. Mencionan las Olimpiadas —las primeras fueron en el 77—, el bajo donde jugaban al Scalextric, el “parque nuevo” con toboganes de 15 metros y una central eléctrica en su interior que pondría los pelos de punta a cualquier prevencionista, al igual que la depuradora, convertida en una suerte de arriesgado circuito infantil.

 


Ahora, reciben a los “venideros” y aprecian que el suyo es un “barrio atractivo”, algo que confirma Valentín. “Naceu, aos poucos foi a reconversión, e desde aquela nos estamos reconvertindo dalgunha forma”, aprecia sin nostalgia, dice, aunque viendo jackets y no gradas no puede evitar decir que “xa non é o noso Astano”. 

San Valentín, el barrio “rojo” que nació en la grada de Astano para ser la octava parroquia de Fene

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