Durante tres décadas, José Carlos de los Santos García ha sido mucho más que un cartero para San Valentín, en Fene. Su rostro familiar ha estado presente en las vidas de los vecinos y vecinas de este barrio, cuyas calles ha recorrido a diario con un firme compromiso con su trabajo. Ayer, llegó el momento de la jubilación.
Y aunque él ha preferido no anunciarlo demasiado por la zona, por temor a emocionarse, lo cierto es que su marcha deja un vacío difícil de llenar también para sus compañeros de oficina. “É unha persoa moi apreciada, cun celo especial co traballo”, explica el jefe de reparto José Manuel Doce. “Nunca lle importou botar máis tempo se a tarefa quedaba mellor feita. Nunca lle tiven que dicir nada, el sempre se adiantaba á xogada”, asevera el responsable.
José Carlos llegó a Galicia desde Rota, Cádiz, para realizar el servicio militar –la mili– en el arsenal de Ferrol. Por aquel entonces, recuerda, nada le hacía pensar que terminaría echando raíces en Fene. “Estuve 15 meses y conocí a mi mujer cuando me faltaban tres para licenciarme. Mi idea era trabajar en la Base Militar de Rota, en donde también lo hacía mi padre”, rememora. Pero “un compañero me avisó de que buscaban a gente y surgió la oportunidad”, comenta el gaditano, que ha sido testigo del paso del tiempo en el municipio, de sus cambios y de la evolución de las vidas de sus vecinos. “Siempre fue un barrio muy marcado por el sector naval. Cuando llegué era Astano, luego Izar, luego Navantia... Y ahora muchos trabajan para Windar, en el sector eólico”.
Su trabajo ha ido mucho más allá de repartir cartas. “Lo más bonito de ser cartero es conocer a la gente”, confiesa. “Sabes muchas cosas de ellos porque, aunque las cartas no digan nada por fuera, más o menos puedes intuir lo que llevan dentro. La gente me fue conociendo y yo a ellos. Ahora somos como amigos, pero con un poco más de distancia”, comenta.
Este lazo con los vecinos lo han percibido también sus compañeros de trabajo. “Case se pode dicir que sabía onde estaba cada quen e a que hora. E se tiña que agardar media hora para entregar un certificado, non lle importaba. É unha persoa con moito compromiso”, afirma Doce, remarcando el carácter del andaluz. “Levo 18 anos con el e nunca o escoitei discutir con ninguén. Nunca fixemos unha homenaxe, pero neste caso pensamos que é xusto que se saiba o labor que fixo este rapaz”.
La profesión de cartero ha evolucionado mucho en los últimos años, algo que también ha ido percibiendo De los Santos. “Antes llegaban muchas más cartas que la gente esperaba con muchas ganas, de familiares que las enviaban desde Brasil, Estados Unidos, Australia...”.
De sus inicios recuerda algunas anécdotas, como que “al segundo año de estar aquí, empezó a llover en septiembre y hasta marzo no paró. Eso en Rota nunca lo había visto”, comenta entre risas, rememorando también “a aquellas señoras mayores como Manola, que me hablaban en gallego, con un acento cerrado, y que al principio me costó entender”. Pero el idioma no fue un impedimento para conectar con sus vecinos, a los que las cartas seguirán llegando pero que recordarán, por mucho tiempo, a este trabajador que les dejó huella con su compromiso y trabajo.