A mediados de noviembre el argentino Agustín Rodríguez llegó a la pista del Municipal de San Sadurniño, en sustitución de un Flavio Calafell que se vio obligado a abandonar prematuramente las filas del Intasa. Cuatro meses después y sin poder haber llevado a cabo el milagro de la salvación, el preparador cierra con un regusto agridulce la que fue su primera campaña como técnico de Superliga masculina. Sin culpas ni culpables, “el desafío”, como desde el principio definió Rodríguez su tarea con el grupo local era casi tan complicado como ganar una carrera de fórmula 1 con un Ford Fiesta, aun “tuneado”.
¿Durante los últimos días le ha dado tiempo a aposentar sensaciones y reflexionar sobre lo ocurrido?
Creo que pasó un poco lo que todos pensamos que iba al pasar. Después uno intenta cambiar la dinámica, pero no fue posible. No era algo que nos sorprendió, podía pasar. Al final uno va pensándolo y digiriéndolo antes de que pase, porque... no es que te sorprenda: ¡uy el último día perdimos!. Y como uno ya va haciendo una valoración, la verdad es que se terminó jugando muy bien, y eso es importante, porque se terminó compitiendo y peleándole a todo el mundo en los últimos partidos, los últimos ocho partidos fueron todos buenos, pero... Nos vamos con esa sensación de que se terminó bien, se empezó tarde a jugar bien, hasta los últimos siete partidos no pudimos tener el equipo titular.
Les faltó tiempo ¿si hubiesen tenido un par de partidos más podría haberse logrado?
Sí, seguramente si hubiésemos tenido el equipo... Creo que se falló en el comienzo, haciendo autocrítica, desde que yo llegué hasta que conseguimos traer a Luciano fallamos en no conseguir a esa persona. Es difícil porque uno con la temporada ya empezada conseguir un jugador que realmente te sume y cumpla los requisitos para el nivel que estábamos jugando... Era difícil pero el desafío era conseguir a alguien, nos costó conseguirlo y en el momento en el que lo hicimos el otro jugador, que era Fran, tampoco estaba en condiciones de jugar... Creo que el equipo era corto y cuando no pudimos estar por un lado o por el otro nos costó encontrar el reemplazo de esos jugadores y al final el resultado fue el que fue.
¿Hubo mala suerte, por decirlo así, con los fichajes?
Sí, y creo que... es difícil porque cuando uno no es un equipo de arriba, que tiene mucho dinero y puede decir “este, este y este y quiero armar un superequipo”, uno lo hace con las posibilidades que tiene y muchas veces depende de la suerte de que la persona que venga sea justo lo que necesitabas. En estos lugares tienes que armar un equipo, y se presenta una situación muchas veces, y llega un jugador que no es lo que esperas, te trastoca todo y te cuesta media temporada suplir ese fallo, que es un fallo natural, uno no lo hace queriendo, te puede pasar. En ese sentido se falló al comienzo y no se pudo revertir hasta enero, y una vez que se revirtió fue tarde. Nos quedamos cortitos de tiempo. El club hizo un esfuerzo grande, todo el mundo trabaja y quiere que las cosas salgan bien, creo que hay buena fe de todo el mundo, por parte de los jugadores, del cuerpo técnico, de los dirigentes... Todos queríamos lo mejor y no se nos dio. Entonces, creo que no hay que reprocharse nada, hay que mejorar, evolucionar para lo que siga.
¿Y aprender de una competición tan dura como Superliga?
Si uno realmente quiere estar en Superliga, el club tiene que evolucionar en un montón de cosas. Los jugadores o entrenadores que lleguen necesitan tener una exigencia que sea acorde a la categoría en la que están. Muchas veces cuando uno está acostumbrado a un nivel, no termina de exigir como un nivel superior. El jugador de Superliga es otro tipo de jugador que el de Superliga 2. El de 2 tiene otras libertades y otras tranquilidades, tiene otra predisposición, porque generalmente son gente que viene a trabajar diferente, y uno de Superliga es más profesional, tiene otra forma de verlo. Todo un aprendizaje, yo como entrenador aprendí, o voy a tratar de aprenderlo para mi próxima experiencia hacerla mejor, y cada jugador y dirigente lo mismo.
Pero sí que se vio un pequeño paso al frente respecto a la primera temporada en SL1...
Sí, creo que se terminó bien. En general desde febrero éramos un equipo que estaba compitiendo en la categoría, hasta ese momento no lo habíamos podido lograr, todos los partidos de visitante habíamos perdido 3-0, ganando un set solo en Lugo. La sensación de poder terminar bien y poder pelear los partidos, te da esa tranquilidad y creo que es una evolución del club que encontró también la forma de poder llevar esa estructura adelante, aunque sea por poco tiempo, que nos costó y llegamos tarde, pero se trabajó como un equipo de Superliga aunque fuese al final de temporada. Es una experiencia que nos va a dejar una enseñanza.
¿Cuál fue el punto fuerte para ese buen término liguero?
Empezó la temporada y la debilidad principal fue que se armó un equipo sin pensar en la calidad técnica de la recepción y la defensa, que en estos niveles lamentablemente si no tenéis una solidez en eso no se puede competir; hay otro nivel de ataque y creo que se armó el equipo con mentalidad más de otro nivel.. Cuando llegó la competición nos dimos cuenta de que el equipo no recibía, y cuando uno no recibe no puede atacar. Nos costó mucho eso. No es culpa de nadie, no se pensó en que en esta categoría la solidez en esa faceta es clave. Después se terminó jugando bien, con Luciano y con Fran, que son dos jugadores que cumplen bien ese rol y creo que el equipo se hizo muy fuerte en recepción y defensa cuando no habíamos podido jugar bien en ningún momento en el año.
¿Cómo fue la experiencia a nivel personal? ¿Se quedará en el Intasa en Superliga 2?
Para mi fue una experiencia muy buena y muy positiva, aprendí mucho, mejoré mucho en un motón de cosas. Termina esta experiencia y te deja esa, primero, la necesidad de descansar un poco porque te lleva mucha carga emocional, pero de aquí uno se va pensando en todo lo que tiene que mejorar para el futuro, todo lo que tiene que crecer como entrenador, los errores que uno comete para no volver a cometerlos.
La tristeza de no haber podido cumplir el objetivo, pero con la sensación de haberlo dejado todo es con lo que uno se tiene que quedar, fue lo que le dije a los jugadores, podemos ser los peores y descender pero tenemos que ir con esa sensación de que lo dimos todo, y lo intentamos todo por no ser los peores. La verdad que no sé si me quedaré. Me gustaría sentarme, ver, pensar y proyectar, ver qué se puede hacer y qué no, y ver también cual es la idea del club y la mía, y muchas veces es lo más difícil de cuadrar. Dirigir a San Sadurniño en Superliga 1 o 2 es una experiencia buena y obviamente se va a armar para volver a subir, pero también hay que evaluar un montón de cosas más allá del deporte.