La cartelera de los Duplex cuenta entre su oferta con “La Parra”, una película dirigida y guionizada por el ferrolano Alberto Gracia, que tuvo su estreno mundial este año en el Festival de Róterdam y poco después consiguió el premio en la sección “Alquimias” de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. El film se ambienta en su ciudad y esta es, sin lugar a dudas, tan protagonista como el propio personaje principal, con lo que aporta una potente dimensión social.
“Creo que son lo mismo, uno visto desde fuera y otro desde dentro; quería hacer que eso coincidiera”, indica Gracia sobre el papel fundamental que tienen el escenario y Damián, que es interpretado por Alfonso Míguez. La intención del creador tiene que ver con ese aspecto crítico de la realidad, del que se han servido numerosos cineastas en la historia, “sobre todo en los años 70, porque era cuando la Guerra Fría estaba terminando y la gente estaba empezando a preguntarse qué era, quién era y cuál era su autoridad”, continúa.
Como ejemplo ampliamente conocido, el director nombra la escena de “Taxi Driver”, escrita por Paul Schrader, en la que Travis Bickle, encarnado por Robert de Niro, se mira al espejo y pregunta si le está hablando a él. “Es un punto que hay que retomar”, valora, particularmente en un contexto social que caracteriza como “oscuro”, en el que muchas personas “sobre todo los hombres, que se sienten totalmente machacados por el avance del feminismo y porque no saben qué hacer en el mundo” no hacen más que acentuar el avance del fascismo en Europa, como ocurre con el taxista al que había dirigido Martin Scorsese.
Estas “ruinas masculinas”, como las denomina el cineasta, también se relacionan con el propio escenario de la película. La motivación de ambientarse en Ferrol no solo se origina por ser su ciudad natal y el lugar que más conoce en el mundo, sino que también contradice otras perspectivas “que ven a Ferrol como un plató cinematográfico”. A pesar de existir opiniones contrarias, y de pensar que “las cosas no son como las ves pero tampoco son como los demás dicen que son”, señala Alberto Gracia, este observa en la ciudad algunas condiciones pésimas. Por este motivo, “no quería romantizar la ruina, como han hecho otras producciones, que han blanqueado a Ferrol, sino más bien todo lo contrario”.
Con esta meta, trata de representar el lugar protagonista de la forma más fiel posible, siempre desde su punto de vista como artífice de la obra, aunque “respetando los hechos históricos y la objetividad de lo que hay, porque para eso está la cámara”. Volviendo al análisis de la sociedad, a través del escenario pretende mostrar una situación “que yo creo que es universalizable, no solo a Ferrol sino a todo el siglo XX o a la vieja europa”, de donde destaca ideas como el racionalismo ilustrado o el militarismo. Estos constituyen trazos definitorios de la ciudad, desde su misma concepción con forma de tableta de chocolate, que “más racional que eso no hay nada”, hasta las numerosas edificaciones castrenses abandonadas.
Alberto Gracia, que reside actualmente en Ferrol, es ante todo artista, ya que su trayectoria como cineasta no empezó hasta después de haber experimentado otros medios de expresión. Aunque algunos jóvenes tengan sus objetivos muy definidos, “porque han nacido en una cuna buena y se pueden permitir el derecho de desear sin tener que sobrevivir”, su caso es otro.
Por supuesto, había aspiraciones a seguir, aunque no con una estructura clara, por lo que en un inicio se guió por un criterio “muy pulsional”. En una primera etapa, comenzó a pintar, para después pasar a los volúmenes, terminando por crear “esculturas que se suicidaban, que se movían, con materiales pobres”, explicó. En este punto, empezó a grabar sus figuras, hasta llegar al mundo de la cinematografía, y al conocer a algunos profesionales del sector, llegó a ser consciente de que su deseo era hacer películas.
Al conversar sobre las sensaciones a las que se llega a través de este tipo de creaciones, Gracia pone el foco en la melancolía, una de las que más despiertan su interés por su potencialidad para “salvar” la turbia realidad, en la que incluso las masacres humanas continúan a la orden del día. “No tiene nada que ver con la nostalgia, sino que la melancolía es algo que nos permite pensar en utopías”, que paradójicamente, al tratar de avanzar en su dirección, son “posibles salidas a este follón que estamos montando, que parece que no va muy bien”, manifiesta. “Es un sentimiento muy cinematográfico y muy necesario a día de hoy, para no hundirnos en la mierda”, concluye.
Aunque se estrenó en 2024 , el proceso creativo de “La Parra” ya había concluido hace dos años, un tiempo suficiente para ir gestando nuevas ideas a las que dar forma a través de la cámara. “Los proyectos cambian mucho desde que empiezan”, advierte Alberto Gracia, tratando de no pillarse los dedos al comunicar en qué se encuentra trabajando actualmente. No obstante, existen algunas claves que asegura que permanecerán hasta el resultado final, con el que está realmente entusiasmado.
“Es una película sobre la dificultad de amar en tiempos en los que la subjetividades nuevas, de lo digital, no nos permiten ver lo que tenemos delante”, declara el cineasta, en referencia a lo que “basicamente son restos, basuras, que son nuestro verdadero futuro”. En este punto, termina aportando la que quizás sea la pista más categórica, que se tratará de una obra que focaliza en la industria textil.