El pasado miércoles, día 26, el gobierno local de Ferrol anunciaba la presentación al resto de grupos políticos de su propuesta para el nuevo Plan de Mobilidade Urbana Sustentable (PMUS). El documento, elaborado tomando como base el de 2009 pero expandiéndolo hacia un modelo más acorde con las sensibilidades del actual grupo de gobierno, rápidamente despertó las críticas de la oposición, que lo calificaron de “poco ambicioso” y “anacrónico” por romper con el modelo de peatonalización impulsado durante los dos mandatos anteriores.
En cualquier caso, el escrito ya es una realidad e, independientemente de que incorpore alguna de las aportaciones que realizarán en los próximos días, supondrá cambios significativos en la movilidad ferrolana. Asimismo, antes de profundizar en las diferentes propuestas del PMUS y cómo afectarán al día a día de residentes y visitantes, cabe recordar que se trata de un documento provisional y que, por ello, las medidas planteadas carecen en su mayoría de datos concretos como un área de aplicación o un horizonte temporal, por lo que todo análisis no deja de ser una conjetura.
Si bien el PMUS presentado da un mayor protagonismo al vehículo privado, también plantea alternativas para otras formas de transporte, como son las bicicletas o incluso las sendas peatonales. A este respecto, el documento dibuja una red ciclabe en la que incluyen los tramos ya existentes en Esteiro, Curuxeiras y Caranza, los que están ya en ejecución en la avenida de As Pías y el proyecto “Abrir Ferrol ao Mar” y también propone otros para un futuro, como un recorrido circular que abarcaría toda Nicasio Pérez hasta San Xoán, que continuaría por Catabois y Serantes para volver a conectar con Curuxeiras, además de ramales por la avenida do Rei y la calle Terra.
En este mismo ámbito, se plantea incorporar 27 nuevos puntos de préstamo de bicicletas públicas a los cuatro ya existentes. Estas dos medidas, sumadas a los aparcamiento disuasorios programados para A Magdalena, Ferrol Vello, Esteiro, Caranza, Ultramar, O Ensanche, A Graña, San Pablo y San Xoán permitirían, en teoría, acceder en bicicleta a cualquier punto del núcleo urbano sin afectación al tráfico.
Por otra parte, también se proyecta la creación de una “senda verde” para peatones –además de una azul cercana al mar aún no definida–. Esta iría pareja a la red de carriles bici, pero se ampliaría por zonas como la carretera de Castilla, la calle Nueva de Caranza o Recimil.
En cuanto al transporte público, el Concello ha pasado de puntillas por la ampliación de la red de autobús, explicando que la incorporación de líneas y paradas o la modificación de frecuencias depende de la administración autonómica –o, en su defecto, requeriría esperar tres años a que finalice la concesión– y que, por ello, debe consensuarse con la misma. Su apuesta en este sentido radica principalmente en el taxi, al que quiere “consolidar como alternativa eficiente dentro del sistema de movilidad urbana”, con acciones como la creación de nuevas paradas o la mejora de las existentes.
Uno de los puntos del nuevo PMUS más criticados por los grupos de la oposición fue la ruptura con el modelo de peatonalización completa del centro en favor de una “humanización” similar a las calles Sol e Iglesia en los viales de subida y bajada de A Magdalena –concretamente Carme, Rubalcava, Terra, Concepción Arenal, Coruña, Sánchez Barcaiztegui y Méndez Núñez–. En este sentido, el documento no detalla si este conjunto de intervenciones adoptará una configuración de plataforma única o si se suprimirán aparcamientos, aunque teniendo en cuenta otras medidas, como la ampliación y adaptación del horario de Distribución Urbana de Mercancías (DUM), parece poco probable.
De hecho, las propuestas de implantar en algunos viales un sistema de estacionamiento en “semibatería”, la reducción de las sanciones por aparcar indebidamente e incluso el poder hacerlo en zonas peatonales o solo para residentes si se acredita que se trabaja en la zona apuntan a todo lo contrario, es decir, una mayor permisibilidad hacia el vehículo privado.
A este respecto, también cabe señalar la intención del Concello de volver a implantar la zona azul en varios “puntos estratégicos” de la ciudad. Sobre los mismos, el documento no plantea ninguna área en concreto, pero asegura que serán gratuitos, aunque se establecerá “un control para fomentar la rotación” –lo cual choca con la idea de reducir las sanciones, que sería la única vía para garantizar el funcionamiento de este sistema–. El cualquier caso, este conjunto de medidas permitirían, al menos sobre el papel, una mejor convivencia entre peatones y vehículos, además de un mayor dinamismo a la hora de aparcar en zonas especialmente conflictivas.
A todo esto se sumaría una mayor apuesta por los Camiños escolares seguros, que también en teoría reduciría la acumulación de vehículos a las puertas de centros educativos y la creación de una ordenanza municipal de accesibilidad de cara a acometer futuras intervenciones en el casco urbano de la ciudad.
La presentación en comisión del nuevo PMUS no solo tomó por sorpresa a los grupos políticos de la oposición, sino también a los propios representantes vecinales, que se muestran favorables hacia algunas de las medidas pero también quieren concreción sobre las mismas.
En el caso de la AVV de Ferrol Vello, su presidenta, María José Peniza, está satisfecha con que el barrio sea considerado el candidato preferente para la futura Zona de Bajas Emisiones (ZBE), pero con matices. En este sentido, la portavoz aboga por una circulación restringida a solo residentes –y sin aparcamiento exterior– en los viales más estrechos, pero rechaza que se cierre por completo al tráfico la zona por el impacto que esto podría causar en los negocios locales, además del funcionamiento del centro de salud.
Por otro lado, su homólogo de A Magdalena, Pedro Sanz, se muestra preocupado por la forma en la que se implantará la zona azul y el acceso de “residentes laborales”, dados los problemas de aparcamiento que históricamente sufre el barrio.