El gaditano afincado en Neda John Sullivan ya tiene a la venta su última novela, “Lola, después del faro” (editorial ExLibric), un libro que, explica, es consecuencia del anterior, “El faro de Estela”. “Los lectores me mandaban por redes sociales mensajes privados diciendo que les había gustado mucho ese personaje de Lola, que es un personaje secundario, pero que tiene un protagonismo importante al final de este segundo libro. Me pedían que tuviese su propia historia, y eso hice”, señala.
Esta tercera novela es el último peldaño de una afición que, recuerda, “surgió de una manera muy casual. Cuando tenía 13 años por Navidad me regalaron una máquina de escribir y me apuntaron a clases de mecanografía. Los típicos ejercicios de digitalización son muy aburridos y cuando llegaba a casa me inventaba historias o narraba partidos de fútbol que jugaba con los amigos como si fuera en el Bernabéu... Ahí empezó un poco una afición en la que también tuvo que ver la prensa que compraba mi abuelo”.
En la actualidad, Sullivan está instalado en Ferrolterra –en Neda–, una tierra que conoció en 2009, cuando desembarcó por motivos laborales. “Soy de San Fernando, pero esto me gustó mucho desde el principio, también el clima, para sorpresa de mis paisanos”, bromea.
Las mismas razones que lo trajeron a Neda lo obligaron a hacer las maletas, a pesar, apunta, “de que durante todo este tiempo he intentado volver”. Lo ha conseguido, “por suerte”, apostilla. En ese regreso Sullivan ya tenía dos libros bajo el brazo –comenzó a publicar hace poco más de tres años, primero “Nombre de mujer” y después “El faro de Estela”– y ahora, subraya, “creo que era el momento de darme a conocer entre mis vecinos”.
Lo hace con este “Lola, después del faro”, un texto con el que rompe de alguna manera con el género que ha cultivado hasta este momento, el erótico. “Esta es la menos erótica de mis obras, hay alguna pincelada, sí, pero en este caso la trama de misterio tiene mucho más peso”.
Esta nueva vía se complementa con otras formas que le confieren personalidad al planteamiento, como es utilizar canciones de música española de la década de los 90 a los diferentes capítulos “para poder ir guiando la trama e incluso darle cierto simbolismo”, afirma Sullivan.