Jordi Cicely –Lugo, 1978– “rompió” como escritor tras su estancia en Londres. “Mariela envenena mis sueños” es el resultado de aquella etapa. Ahora trabaja en su segunda novela.
Su debut, “Mariela envenena mis sueños”, se fraguó durante muchos años. ¿Es perfeccionista?
Uno de mis rasgos de personalidad es ser perfeccionista y muy cuidadoso con las cosas que me rodean, aunque estoy intentando rebajar esa exigencia porque comprendí que la mayor parte de las veces no era bueno para mí. El perfeccionismo arrastra obsesión y esta siempre es nociva. Con la novela ocurrió, sobre todo en las correcciones finales.
¿Cómo surgió la idea?
Todo comenzó cuando vivía en Crawley, al sur de Londres, y trabajaba en el aeropuerto de Gatwick. En aquella época pasaron un montón de cosas emocionales en mi vida, ya nada fue igual, era el cambio que estaba deseando desde hacía años. Se juntaron muchas cosas, emociones, vivencias y personas que me hicieron replanteármelo absolutamente todo. En ese torbellino emocional nació mi novela: quería hablar de lo que sentía por dentro, de lo que me estaba pasando y de lo que iba a pasar, que incluso sería más potente, pero eso aún no lo sabía. Mariela representa a una persona real pero también un estado de ánimo. En Londres estaba viviendo una vida tan sumamente emocional como la de mis grandes ídolos literarios de la Beat Generation. A veces pienso que aquella etapa que Jack Kerouac escribió en “On the Road” fue muy parecida a la mía en Gatwick: sacudió cimientos que luego se plasmaron en un libro.
¿Qué papel ha jugado su blog en ese último impulso de la novela?
Hay cosas que la han marcado. Primero, estar en aquel aeropuerto, un choque emocional incomparable; luego, Londres, mi ciudad, estoy eternamente agradecido de haber pertenecido a ella. Segundo, la aparición de Mariela, que me ha dado tanta visibilidad y momentos increíbles. Pero tal vez lo que me ha hecho escritor, lo que consiguió moldear mi forma de escribir, ha sido el blog “Cosas que te conté al oído”. Sin él no sería nada, pues cuando comencé a escribir no me conocía nadie y un par de años más tarde ya me llamaban escritor. Eso es muy difícil porque hoy hay mucha competencia.
¿Viajar es fuente de inspiración?
Viajar es uno de los pilares fundamentales de mi vida, junto con la música y la escritura. Siempre digo que cuando viajo estoy vivo, soy otro y esto va en aumento con el pasar de los años. Sin mis viajes no habría mis textos, mis relatos, esta novela y las que vengan, eso lo sé seguro. Intento plasmar siempre a gente real que ha pasado por mi vida y la mayor parte de las situaciones ocurrieron en alguna parte del mundo en la que estuve “Mariela envenena mis sueños” es un viaje interior y exterior, pero lo es solo de ida, sin billete de vuelta, porque el protagonista ya no será el mismo y el Guanabo que describe ya no existe una vez se marchó. Esta historia es una oda a los viajes que he hecho, sobre todo a Cuba.
Como escritor, ¿qué tema le interesa más?
Mi literatura está llena de emociones –el apego, la idealización, la frustración, la nostalgia– y abordo temáticas sobre las relaciones humanas y afectivas, como los reencuentros, la esperanza, el amor sano y el desamor. No creo que sepa escribir de otra cosa que no sean las relaciones porque me aburriría un montón y no sería yo. Además, la música siempre estará muy presente en las descripciones, es un nexo de unión y de narración que me encanta utilizar.
¿En qué proyectos trabaja ahora?
Estoy con la continuación de “Mariela envenena mis sueños”, una historia que transcurre el verano siguiente en un espacio nuevo y con nuevos protagonistas. También aparecerá Mariela, pero en esta nueva novela será todo ficción, sin esa intensidad emocional realista de la anterior, y es algo que agradezco porque no fue nada sano reescribir tanta veracidad en un papel. La estoy escribiendo entre Friol y Xoane, y ahora al fin estoy disfrutando con la escritura.