La revista “Brodogradnja” de la Universidad de Zagreb acaba de publicar un artículo –con el título de “La descarbonización del sector marítimo: horizonte 2050”– elaborado por el estudiante predoctoral José Miguel Mahía en colaboración con los investigadores Ignacio Arias, Manuel Romero y Manuel Naveiro. Mahía realiza su tesis dentro del Grupo de Enxeñaría Enerxética del Citeni del Campus Industrial de Ferrol.
¿En qué línea trabaja?
Desde el comienzo de los 2000, la Organización Marítima Internacional ha ido limitando la concentración de sustancias contaminantes, como dióxidos de azufre o dióxidos de nitrógeno, en los combustibles para disminuir las emisiones y, de hecho, se crearon unas zonas en las que solamente se puede navegar con combustibles que no generen emisiones. El paso que se está dando aborda la problemática de las emisiones de CO2, principalmente de las partículas en suspensión. ¿Cómo? A través de los combustibles que generen menor carga de C02, por ejemplo, el gas natural licuado (GNL) que ahora mismo es un poco el “puente” hacia la transición de las cero emisiones. Muchos buques se están adaptando a este escenario. Pero el GNL no deja de ser un combustible fósil y, por lo tanto, genera emisiones. En el artículo analizamos qué ocurre después de este “puente”.
¿Y qué ocurre?
Ahí encontramos el hidrógeno, que nos permite obtener lo que se denominan combustibles sintéticos que no generan CO2 ni durante su obtención ni durante su combustión.
¿En qué punto se está en este momento?
El hidrógeno en el sector marítimo tiene varios problemas. El primero, la ausencia de regulación como combustible. El segundo tiene que ver con el almacenamiento. Tiene que hacerse en estado líquido porque en gaseoso ocupa demasiado volumen, así que hay que pasarlo a licuado. El problema es que hay que bajarlo a -253 grados centígrados, mientras que el GNL se transporta a -164, es decir, hay una variación de 90 grados que requiere la adaptación de equipos, de materiales, de toda la red. Además, el hidrógeno es el elemento químico más pequeño de la tabla periódica y su confinamiento es también un reto. Todos los esfuerzos en el ámbito de la ingeniería que se están desarrollando en este campo van ligados a su almacenamiento, a cómo lograr el almacenamiento a una temperatura tan baja durante mucho tiempo y sin fugas porque, además, hay otro problema: que el fuego del hidrógeno es invisible. Por eso, el metanol o el amoníaco, que se pueden derivar del hidrógeno, son más seguros porque ya existe conocimiento a la hora de transportarlos.
Siendo de Ferrolterra, este reto será especialmente interesante para usted...
Tenemos que creernos que hay un potencial enorme que sería la envidia de muchas comarcas del mundo. Tenemos astilleros, suministro de GNL, un proyecto para metanol, industria auxiliar, empresas de ingeniería, Campus Industrial, investigadores... Ferrol es un puerto de escala y de entrada a Europa. Solo nos falta creer en nuestro potencial.