La humanización de la avenida de As Pías aspira a ser, junto con la reforma de la calle Igrexa, una de las intervenciones urbanas más recordadas por los ferrolanos a largo plazo, tanto por la ambición de la misma como por la extensión de las obras y el impacto de estas en el día a día de la población. No obstante, al igual que sucedió con la apertura de los primeros tramos en el mencionado vial del centro, comenzar a ver el aspecto que tendrá la zona afectada ayuda a dejar de lado el mal humor que provocan las afectaciones de los trabajos.
En el caso de As Pías, estos cambios comenzaron a hacerse patentes en las últimas semanas con la retirada de tierra y el nivelado y perfilado del tramo paralelo a la calle Santa Comba, así como de la rotonda que unirá la carretera de la Trinchera con la avenida de Esteiro y la calle Nueva de Caranza. Atrás quedan, de este modo, buena parte de los grandes montones de escombros y barro a lo largo del trazado –salvo en el lado más próximo a Recimil, donde incluso ha comenzado a crecer vegetación– que ofrecían una imagen caótica de intervención desordenada y sin rumbo.
Si bien el aspecto actual de la avenida permite hacerse una idea de cómo lucirá el espacio, en un principio, el próximo año, esto no significaría nada de no contar con unos plazos establecidos.
Tal y como comunicó el pasado mes de julio el Ministerio de Transportes y Movilidad Urbana –el antiguo Fomento–, la actuación por el momento no presenta nuevos retrasos. El mal tiempo del pasado otoño obligó a paralizar las obras en más de una ocasión, lo que supuso tener que cambiar la fecha de algunos hitos, tales como la apertura de la carretera de la Trinchera o la demolición del túnel de la calle Nueva de Caranza –ambas contempladas para finales de junio o principios de julio–.
Así, el nuevo cronograma establece el retorno de la circulación rodada a la arteria de conexión con A Gándara a finales de este mismo mes, así como la retirada de la mencionada infraestructura para el 3 de septiembre, a tiempo para el inicio del curso escolar –el día 11–. Ambos pasos coincidirán, además, con la apertura del “bypass” temporal defendido por el gobierno local para evitar congestiones de tráfico durante las horas puntas.
El Ministerio de Transportes mantiene que la intervención concluirá antes de que termine el año
De este modo, si todos estos hitos se cumplen, desde el Ministerio que dirige Raquel Sánchez se estima que los trabajos podrían estar concluidos antes de que finalice el año –eso sí, sin detallar si se trata de toda la intervención o solo las calzadas, desarrollándose la humanización de los márgenes en 2025–. Al mismo tiempo, es importante tener en cuenta que esta misma planificación no contempla unas condiciones meteorológicas tan adversas como las de otoño de 2023, por lo que no se debería descartar un nuevo retraso en las fases finales del proyecto.
Hablar de fechas y de cambio de aspecto de una infraestructura no tendría sentido sin abordar al mismo tiempo hitos concretos de la intervención. Así, en el caso de esta última semana se alcanzaron dos que, aun siendo en cierta medida menores, son significativos para el conjunto de la actuación.
Por una parte, ya se encuentran instalados los cuerpos de al menos una buena parte de las farolas que tendrá la futura avenida de As Pías. Si bien no se ha detallado si su ubicación es definitiva –dado que el firme aún no cuenta con una capa asfáltica y los laterales no están hormigonados–, su colocación anticipa la próxima reapertura de la carretera de la Trinchera y la entrada en funcionamiento de la nueva rotonda, la cual se espera que se desarrolle en fases, como la de Caranza, para evitar al máximo la disrupción del tráfico rodado.
Por otra, el pasado jueves se clausuró de manera oficial el último acceso peatonal de la antigua avenida, el túnel que unía Caranza con O Bertón desde Juan de Austria. Cierto es que desde hacía días las máquinas excavadoras estaban rellenándolo de tierra, por lo que llevaba tiempo inutilizado, pero no se consideró como oficialmente clausurado hasta la mencionada fecha. Con esta desaparición, solo queda en pie una infraestructura del antiguo trazado, el puente de Nueva de Caranza, que, como se señaló, resistirá durante algunas semanas más recordando a los ferrolanos el aspecto de una carretera nacida para comunicar la ciudad pero que terminó aislando barrios.