Para entender la rocambolesca e increíble historia que sigue es necesario ponernos en situación. La noticia que nos ocupa es que el vecino de Fene Diego Barcia Batista ha vuelto a su casa e intenta rehacer su vida, después de que en 2013 se creyese que había muerto. No fue así. Pero pagó muy caro estar en el lugar y momento equivocado. El lugar, Siria; el momento, los primeros meses de la Guerra Civil de aquel país.
Diego acabó en una de las peores cárceles del mundo (como son los presidios sirios en general), donde logró sobrevivir nada menos que nueve años, “por puro azar”, como él mismo ha indicado a sus más allegados, con los que se ha reencontrado de nuevo el pasado noviembre, momento en el que tuvimos conocimiento de esta noticia, que no hemos querido publicar hasta la fecha para permitir que su regreso junto a los suyos fuera sosegado.
La noticia de su aparición ha sido un auténtico vuelco de alegría para sus familiares y allegados, que temieron que hubiera muerto ya en el año 2013, después de que un blog holandés y medios extranjeros mostraran su documentación y asegurasen que había muerto en el conflicto armado sirio en junio de aquel año. Aquella información, nunca oficial, generó un profundo dolor e incertidumbre en su entorno, que desconocían que Diego se hubiese desplazado a Siria en aquella época, sobre todo porque se trataba de un país en el que había estallado una cruenta guerra civil.
Sus allegados denunciaron entonces su desaparición y confiaron en que las noticias aparecidas sobre su muerte no fueran reales, como ahora se ha demostrado, pese a que muchos ya no albergaban esperanzas de volver a verlo con vida.
Tras hacerse eco los medios de su desaparición y posible muerte, la familia vivió momentos de verdadera desesperación, que se incrementaban al no tener noticias suyas desde hacía meses. El 14 de noviembre de aquel año su madre y hermanos hicieron llegar un comunicado a los medios en el que aseguraban no tener noticia oficial de su muerte y que lo que llegaba, a través de redes, no tenía veracidad ninguna, rogando además que entendieran el mal trago por el que estaban pasando al no tener información oficial y que dejasen trabajar a quienes investigaban el caso y que cuidasen al mínimo la información que publicaban “que no hace más que provocar la desesperación de la familia y niños”, como sostenían entonces.
Su aparición, provocó un susto a más de uno en Fene, ya que mayormente se le creía muerto. Tras unos meses viviendo en casa de su hermano, Diego intenta rehacer su vida ahora en la casa familiar, una vivienda de protección oficial que, tras fallecer su madre, ha recuperado. Este es tal vez uno de los hechos más difíciles a los que ha tenido que hacer frente a su regreso a Fene, tal y como indican fuentes familiares, “no es fácil saber que tu madre murió creyendo que su hijo estaba muerto”. Desde que el Ministerio de Interior comunicara su aparición, la comunidad uruguaya en la zona, amigos y familiares han hecho colectas para ayudarlo a comenzar de nuevo una vida intentando olvidar los diez años perdidos en un penal sirio.
También los servicios sociales locales y Cáritas colaboran con el retornado, que a su regreso de Siria pasó un tiempo en condición de investigado, no pudiendo hacer declaraciones a la prensa sobre lo acontecido en aquel país cuando fue detenido ni durante los nueve años que pasó apresado, de cuyas secuelas exteriores apenas se aprecia una cicatriz en la cara por una muela que se infectó y para la que nunca recibió asistencia médica, un auténtico lujo tratándose del país que nos ocupa.
Como se recordará, el pasado 30 de abril el régimen sirio firmó un decreto de amnistía general a través del cual liberó a unos sesenta presos. Cabe destacar que desde el comienzo del conflicto armado sirio, en la primavera de 2011, cerca de medio millón de personas ingresaron en las prisiones del país, y más de 100.000 murieron bajo tortura o debido a las pésimas condiciones en las que se vive en estos penales, calificados por Amnistía Internacional como verdaderos “mataderos humanos”, especialmente la cárcel de Sednaya, donde D.B. pasó los últimos diez años de su vida.
Tras la firma del acuerdo por parte del gobierno de aquel país, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) informó con sorpresa del hecho de que entre el poco más de medio centenar de liberados se hallaban presos que habían pasado más de diez años encarcelados –como Diego–, todo un logro, o milagro, si tenemos en cuenta las condiciones infrahumanas que se viven en estos penales. El decreto en cuestión ha sido el más importante desde el inicio de la revolución en aquel país hace más de once años, como destacaron desde el colectivo de soporte a detenidos y familiares de desaparecidos, “No Photo Zone”.
El indulto en cuestión ha beneficiado al 95% de los detenidos por cargos de terrorismo y solo excluye a aquellos cuyos delitos provocaron la muerte de algún ser humano. Se considera que estas liberaciones forman parte del enfoque de tolerancia social en una nación que enfrenta una guerra desde hace más de 11 años, además de ofrecer una oportunidad a estos presos de recuperar su vida normal, cuando ya no contaban con ello, como le ha ocurrido al propio Diego.
Esta especie de “perdón” del gobierno sirio, en forma de decreto legislativo sin precedentes, como lo han calificado especialistas en conflictos armados, ha permitido la liberación a los autores de delitos “terroristas” cometidos antes de la firma del acuerdo del pasado 30 de abril de 2022. Es necesario entrecomillar la palabra terrorismo, habida cuenta que de la misma se hace “uso y abuso para condenar a los que son detenidos arbitrariamente”, como precisó en su momento Rami Abdel Rahman, director del citado OSDH, tras la firma del último decreto dictado por el gobierno de Asser Al Assad. Parece que el gobierno sirio recurre a la declaración de este tipo de amnistías de manera habitual para reducir la presencia de vestigios de fuerzas rebeldes que quedan en el país.
La ONU también aplaudió esta nueva amnistía de presos en un país donde los derechos humanos están tan cuestionados como Siria. Tanto es así, que los activistas del observatorio local acusan al gobierno de Damasco de torturar a los reclusos hasta la muerte, de acometer violaciones, agresiones sexuales y atrocidades varias como no prestar auxilio a heridos o enfermos y aplicar castigos de lo más cruentos, entre otros.
Quienes conocen a Diego siguen pensando que lo que le ocurrió no ha sido más que un desgraciado cúmulo de fatalidades, que le han pasado por su condición de persona afable y bonachona y bastante inocente. Sea como fuere, su vida se truncó hace casi una década, pero ahora es tiempo de recuperarla.
Salir de una de las cárceles más peligrosas del planeta, un milagro al alcance de muy pocos
Haber pasado por una cárcel siria es algo que puede contar Diego Barcia, y son pocos los que como él, pueden hacerlo, y más tras permanecer en uno de esos presidios infernales nada menos que desde el verano de 2013, hace casi una década
La ONG Amnistía Internacional lleva años solicitando el acceso de observadores independientes a las cárceles sirias, que califica como “auténticos agujeros negros”, de los que apenas se sabe nada, salvo por los espeluznantes testimonios de algunos supervivientes, como es el caso de “Guayo”, como le conocen sus allegados.
Aseguran desde la oenegé que desde el año 2011 penales como el de Saydnaya, a las afueras de Damasco, constituyen un auténtico foco de exterminio. Asesinatos, torturas y desapariciones forzadas forman parte del día a día de esa cárcel, que forma parte, como sostienen, “de un ataque sistemático de las autoridades sirias contra la población civil”. Más de 10.000 personas han muerto allí víctimas de ahorcamientos colectivos, que se producen “en mitad de la noche, en el más absoluto secreto, o como consecuencia de las torturas, el hambre o la sed o a causa de heridas infectadas jamás atendidas”. En sus reiterados llamamientos sobre los crímenes practicados en este tipo de penales sirios, la ONG ha denunciado que las condiciones que se viven allí “son brutales e inhumanas”, llegando a sostener que en Saydnaya se han llegado a sacar de las celdas “a entre 20 y 100 personas al día, en medio de la noche, para ahorcarlas”.
Amnistía Internacional también ha aportado datos tan tremendos como que entre septiembre de 2011 y diciembre de 2015 se ahorcaron solo en la prisión de Saydnaya a 13.000 presos. “Antes de ser condenadas a muerte, las víctimas son sometidas a lo que las autoridades sirias denominan `juicio´, en el Tribunal Militar de Campaña de turno”. Aseguran que se trata de un procedimiento de uno o dos minutos, en una oficina y ante un militar, donde se apunta el nombre de la persona detenida en un registro de muertes. Lo que se sigue es fácil de imaginar. Uno a uno se va sacando a los presos de su celda y, en la mayoría de los casos, se les indica que serán trasladados a una prisión civil (se presupone que estas tienen mejores condiciones) y acaban siendo ejecutados, no sin antes recibir golpes durante muchas horas, como destacan desde la ONG, que se basa en los testimonios de ex guardias del penal.
Cabe destacar que la sala de ejecuciones de Saydnaya se amplió en 2012 para poder ejecutar a mayor número de presos a la vez, lo que permite tomar conciencia de la magnitud del problema en estos presidios en los que los derechos humanos son inexistentes por completo y presos que lograron salir del penal aseguran que los golpes los reciben desde el instante en el que se practica la detención.
Asimismo, muchos de ellos sufren problemas mentales agudos provocados por el hacinamiento y la falta de luz sostenida en el tiempo, como señalan desde organizaciones como Amnistía Internacional.