Históricamente se ha dicho de Os Caladiños, con cierta retranca, que no se sabía muy bien si el nombre le venía realmente de ser una procesión en silencio o de que sus capuchones terminaban totalmente calados a causa de la lluvia que se suele hacer presente, aunque parezca que no, en el Viernes Santo ferrolano.
La diferencia es que ahora, con buen criterio, las cofradías guardan con celo su patrimonio y no se exponen a que se moje. Y eso es, precisamente, lo que ha ocurrido en esta jornada, que termina con Dolores haciendo oficial lo que era un secreto a voces: su último cortejo tampoco saldrá.
La Virgen de los Dolores y San Juan se quedarán en casa arropados, eso sí, por sus cofrades. Así, desde las 23.00 horas, la iglesia será de nuevo el escenario de un acto de oración, en el que los tercios de ambas imágenes tendrán un rato de intimidad con ellas.
No obstante, se les unirán el resto de cofrades y también el público que quiera sumarse. Guiará el rezo Cándido Otero, delegado episcopal para las hermandades, y será el Coro Diapasón quien le cante a la Dolorosa, entre otras, la Salve Regina que la tradición manda que cierre el Viernes Santo de Ferrol, llueva o no.