“Está claro que algo falla”, valora Beatriz Sestayo en un primer acercamiento a la historia de Berta Dopico Fajardo, el perfil de Facebook que aúna a las víctimas de un maltratador que campa a sus anchas por Ferrolterra.
Y, ¿qué es lo que falla?
La reincidencia, para cualquier delito, ya es un agravante que conlleva una pena mayor. Luego, en función de las circunstancias en las que se produzcan las agresiones, también se especifican modalidades agravadas. Así que, en efecto, conforme a Derecho, la situación de este hombre es extraña porque tiene una libertad de movimientos que parece poco acorde a los delitos por los que está condenado y a las medidas cautelares decretadas.
¿Estamos lejos en España de que haya una lista pública de agresores?
En nuestro país, la ley de protección de datos es muy exigente. Aquí, además, también entran en juego otras variables como el derecho a la reinserción y la necesidad de proteger la identidad de las propias víctimas. Entonces, buscar un punto de encuentro no es nada fácil; pero sí habría que encontrar un sistema que, cuando una persona sea reincidente y haya causado dolor de forma continuada con diferentes mujeres, contemple alguna forma de protegerse.
¿Se ha avanzado en estos años?
Sí, desde luego. Por ejemplo, los registros de los juzgados han mejorado porque antes ni se comunicaban entre sí. Ahora, al menos, se conoce toda la información pertinente, como las medidas cautelares o de protección que pesan sobre el individuo. Es cierto que, desde el punto de vista de las víctimas, es insuficiente, como en este caso, que tienen que ser las propias mujeres las que se organizan para contarse la información y procurar que no le pase a otras. Esto demuestra que hay que darle una vuelta.
Por otro lado, nadie puede negar que ahora existen muchísimos medios y servicios de atención y protección: juzgados, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, centros de información a las mujeres (CIM)... Casi cada administración tiene un punto, pero luego, a la hora de coordinarse, puede estar ahí el fallo. Tampoco ayuda, en ocasiones, la mala praxis de algunos medios de comunicación que abordan estos temas sin perspectiva de género ni sensibilidad.
¿Cómo valoras el “Me Too” de estas mujeres?
Nadie les puede negar el coraje, el derecho a defenderse y la empatía con otras posibles víctimas. Desde el absoluto respeto y la consideración, me parece terrible que tengan que ser ellas, las víctimas, las que se organicen porque, entre otras muchas cosas, a veces no están precisamente en la situación de tener que exhibir toda la valentía del mundo que es algo que, injustamente, se les pide siempre.
Si estamos diciendo que a las víctimas hay que cuidarlas y protegerlas no se les puede exigir ni que denuncien ni que vayan a la calle. Estas mujeres lo han hecho y es increíble. Que se conozcan entre sí es algo muy bueno. Recuerdo cuando estuve de concejala de Muller en Ferrol, que Lilí Cervera [por entonces psicóloga del CIM] planteó la puesta en marcha de un grupo seguro en el que podían hablar y compartir. Ahí la vergüenza se va, pero creo que no deberían estar solas haciendo esto.