“El Sábado Santo, día 31 de marzo de 1956, salió del Santuario de Nuestra Señora de las Angustias por primera vez la procesión de la Caridad y el Silencio”, recogía el acta del Cabildo General de Hermanos del Santo Hospital de Caridad en su reunión anual por la Pascua del 57. Precisaban que “nobilísimos motivos” habían animado a la hermandad a organizarla, con Daniel Novás y Antonio Suárez como impulsores, tales como “consolar a los enfermos al ser visitados por la veneradísima imagen” y “proporcionar una limosna popular que siempre es tan necesaria”.
Además, añadían otro: “han enseñado el camino a esta Santa Casa a numerosísimos ferrolanos que desconocían o ignoraban la existencia del Santo Hospital”. Para concluir, agradecían la iniciativa a la cofradía por “todo el bien espiritual, moral y material que ha conseguido al incorporar a la Semana Mayor ferrolana una de sus más brillantes procesiones”, un cortejo que este domingo mismo, desafiando a la lluvia, pudo recorrer de nuevo las calles de Ferrol desde las 20.00 horas.
Horas antes, el Santuario volvió a abrir puntualmente a las 9.00 horas para recaudar un donativo que el pasado año sumó un total de 5.524 euros. “Hay que tener en cuenta que en diez horas se recauda mucho dinero”, valoraba el hermano mayor de la cofradía, José Ramón Cancelo, constatando que desde que empezaron a repartir los ramilletes de las flores del trono hubo colas en el templo.
“Se trata del hito más importante de todo el año para nosotros porque llevamos 68 años y se mantiene esta tradición”, expresaba Alberto Lens, del Cabildo del Santo Hospital que gestiona el refugio, incidiendo en que “da gusto ver la afluencia de gente que hay y, como es para el albergue, estamos encantados”.
Lens cumple 15 años en su cargo, teniendo una reponsabilidad especial en el Sábado Santo: empuñar el mazo para llamar a la puerta del Santuario. “Es un momento muy emocionante”, confirma. Al principio, cuando el Hospital de Caridad estaba todavía en el inmueble que alberga ahora el centro cultural Torrente Ballester, la cofradía se desplazaba hasta allí y el hermano mayor era quien llamaba para pedir paso y poder “ejercer la caridad”. Después, con el traslado, durante unos años la ceremonia se hizo en San Julián; sin embargo, desde hace tiempo se celebra ya en el propio templo al término de la procesión en uno de los momentos más icónicos de nuestra Semana Santa.
Confirma Alberto Lens que desde el pasado verano hasta ahora, el refugio Pardo de Atín está a más de un 90% de su ocupación, aumentando la media habitual y repuntando los usuarios de origen extranjero. “Estamos casi llenos”, precisa. Las personas que hacen uso de sus instalaciones por estar pasando por una situación de vulnerabilidad pueden dormir allí, ducharse, desayunar y cenar, además de disponer de ropa si la necesitan.
La Fundación del Santo Hospital de Caridad es la responsable de este servicio, atendido por las Religiosas Siervas de Jesús en las instalaciones de Caranza, ubicadas en el recinto del Hospital General. Tiene una capacidad para 42 personas que, en principio, disponen de 15 días seguidos para estar en ellas, pero también pueden renovar sus estancias si es preciso.