El pasado martes, día 25, el grupo municipal de Ferrol en Común presentó, junto a la asociación Grupo de Diversidade Funcional, una moción para su debate en el pleno ordinario de esta tarde relativa a la accesibilidad en las plazas de aparcamiento adaptadas. Esta propuesta, independientemente de cualquier posicionamiento político, pone el foco en un problema de la vida moderna complicado de abordar y aún más de solucionar: la velocidad en la que los avances tecnológicos hacen obsoletas las normativas.
Y es que, aun estando pendiente la redacción de una nueva, Ferrol cuenta con su propia ordenanza municipal de accesibilidad, que data de 2017 –si bien su elaboración comenzó en 2015–. Este conjunto de directrices, adaptadas a la normativa autonómica y elaboradas en colaboración con la propia entidad que ahora suscribe la mencionada moción, establece toda clase de procedimientos, desde la configuración de los pasos de peatones hasta la elección del mobiliario urbano, pasando, como es el caso, por las plazas de aparcamiento adaptado.
Sin embargo, como puso de manifiesto el portavoz y tesorero del Grupo de Diversidade Funcional, José Díaz Acebedo, apenas siete años después de que entrase en vigor, ya no da respuesta a las necesidades de muchos vecinos con movilidad reducida. “Hace años no había este tipo de adaptaciones. Hoy tenemos furgonetas para desenvolvernos personalmente”, explica, en referencia a los nuevos modelos con rampa trasera que permiten la entrada y salida de sillas eléctricas. Esta coyuntura, apunta Díaz Acebedo, también afecta a otros colectivos, como los taxistas, que no cuentan en muchas ocasiones con el espacio necesario para que puedan bajar los usuarios.
La normativa vigente, como detalló el portavoz de la entidad, establece que las plazas de aparcamiento deben tener una longitud de cinco metros, además de 1,5 adicionales en la parte trasera –en línea y batería– para que pueda salir la persona. No obstante, este espacio ya no resulta suficiente, dado que la plataforma de subida y bajada mide de por sí un metro y la silla, que debe abandonar la misma y poder maniobrar, otro. A esto se suma una rampa, que no debe superar una inclinación del 10%, para acceder a la acera.
Así, Ferrol se encuentra en cierto sentido en una encrucijada, dado que, si bien es cierto que con el repintado de los pasos de peatones y las plazas adaptadas en el barrio de A Magdalena se han tenido en cuenta estas nuevas medidas, la obligación de mantener ciertos elementos patrimoniales, como es el caso de la calle Igrexa, impide o limita la colocación de las mencionadas rampas. En este sentido, José Díaz apunta que sí hay zonas en las que se han contemplado estas modificaciones, como es la avenida de Esteiro, que tiene estos accesos, o los aparcamientos disuasorios del puerto, que ya se desarrollaron teniendo estas necesidades en cuenta.
En el extremo opuesto, sin embargo, se encontrarían tanto zonas no renovadas, por ejemplo en A Magdalena –con medidas antiguas y sin rampa, además de un firme y unas aceras que, al ser elementos patrimoniales, dificultan la accesibilidad–, como obras nuevas, como el bulevar de As Pías, que pese a contar con plazas para personas con diversidad funcional están planteadas de un modo que prácticamente suponen un riesgo para los usuarios. “Desde la asociación hemos hecho alegaciones al proyecto –en referencia a este último–, pero al final han pintado estos reservados como les dio la gana y no sirve ninguno, porque han puesto el ‘cebrado’ de un metro y además no puedes subir a la acera”, dado que carecen de rampa y están alejadas del paso de peatones.
Y es que el mayor problema, al margen del mencionado espacio de salida, es que estas fallas obligan a las personas con movilidad reducida a invadir la calzada, lo que supone un gran riesgo para ellos y para otros conductores. Asimismo, el portavoz de la asociación señala que esto no solo supone un obstáculo para las personas que utilizan una silla eléctrica, sino también para las manuales –de salida lateral– o incluso para los vecinos de mayor edad, para los que la distancia entre la calzada y la acera es muy difícil de salvar.
Una solución que se propone desde la entidad, que ya se está aplicando en algunos puntos de la ciudad, es aprovechar los propios accesos para viandantes.
“En las fases de accesibilidad de los pasos de peatones algunos ya se han pintado de esta forma. Al estar las plazas junto a estos puntos ya nos ahorraríamos los dos metros. Creemos que es una buena idea, porque la realidad es que los aparcamientos son escasísimos, así que no se necesitarían ni esta área de salida ni la rampa, porque ya están al mismo nivel”, detalla José Díaz. “Hay que buscar soluciones, porque son sencillas y no tienen por qué ser caras, pero tiene que haber un seguimiento”, apunta, instando al gobierno local a que ponga más atención a la hora de acometer estas intervenciones hasta que salga adelante la nueva ordenanza de accesibilidad.