Galicia es territorio de orquestas, suma 150 que resisten a dos años de un parón casi total, y con sus miles de fiestas y su espacio para que 3.000 personas vivan de la verbena se convierte en un refugio para el talento musical de todo el mundo.
Dani Dopazo (Vilalonga, Sanxenxo, 1967) empezó a tocar con doce años y es profesional desde los dieciséis, hace 39 años, con una dilatada trayectoria como bajista y mandolinista, una especialidad en la que es único en el sector, forma parte de La Oca Band y preside la asociación de Orquestas Tradicionales en Vivo (Otavi).
"Ahora mismo el panorama está por una parte ilusionante, pero con precaución porque se ve que la gente tiene muchas ganas de fiesta y eso nos garantiza la continuidad, aunque tenemos una incógnita con la bolsa de trabajo para los que somos profesionales con dedicación exclusiva", explica a Efe.
"Para vivir todo el año necesitamos hacer 120 fechas, con menos actuaciones es imposible. Tenemos un vicio muy malo que es comer todos los días del año", bromea.
En Galicia nacieron las orquestas, en especial en las provincias de A Coruña y Pontevedra, como agrupación de las bandas militares que tocaban lejos de los cuarteles y, por eso, concentra tantas, con un trabajo que antaño era suficiente para todas.
"Por nuestras características, tenemos 313 ayuntamientos, cada uno con sus parroquias, cada parroquia con sus lugares y cada lugar con sus dos o tres fiestas. En el año 2010 llegamos a tener 12.000 fiestas. Se decía que en Galicia había fiestas desde el 1 de abril hasta el 20 de octubre", recuerda.
Con aquella situación la vida para las orquestas era muy fácil, pero "desde la crisis, gota a gota se fue perdiendo", pues a diferencia de en el resto de España, en Galicia los ayuntamientos tienen un papel testimonial en la organización de los eventos, pues son las comisiones de fiestas, agrupaciones vecinales, las que los impulsan y los financian.
No obstante, en especial en el rural, se pierden festejos, muchas veces por la crisis demográfica o por el envejecimiento de la población, lo que limita las actuaciones que están bien pagadas en fin de semana mientras que "cobras la mitad un martes".
Lo "bueno" e "ilusionante" es que "la gente acude masivamente a las fiestas", con llenos constantes allá por donde van, lo que es un indicador positivo para los cerca de 3.000 profesionales del mundo de la orquesta gallega.
En el caso de La Oca Band, fue una de las pocas que no paró en 2020, con siete actuaciones, ni en 2021, con 44, aunque fueron ejercicios negativos y necesitaron buscar otros trabajos, en la hostelería u otros sectores.
Dopazo defiende la importancia de las orquestas para entender la cultura y la tradición gallega, pues es en Galicia donde "está la vanguardia" de la verbena a nivel mundial, que llevó a convertir también la Comunidad en el lugar donde se inventó el escenario móvil en un camión, ahora exportado desde tres fábricas a todo el mundo, o una referencia en fábricas de amplificación de sonido.
No solo eso, sino que sirve como refugio para "músicos de todo el mundo" que "acaban viviendo profesionalmente de la música en Galicia", pues son muchos puestos de trabajo cada año, con un impacto socioeconómico que ronda los 300 millones de euros por temporada, que multiplica por entre siete y quince veces la inversión en cada fiesta gracias al negocio que genera y que tiene impacto en todos los ámbitos de la vida de cada lugar.
Y sirve, además, como refugio familiar, pues es en la fiesta del pueblo "cuando los abuelos reúnen a toda la familia, es el día en que vienen los nietos, es una tradición y tenemos que luchar para conservarla", concluye.