La Audiencia Provincial de Lugo ha acogido este lunes el juicio a Ana Sandamil, acusada de asesinar a su hija, Desirée Leal, de siete años, en la localidad lucense de Muimenta en el año 2019, después de que el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ordenase repetir la vista oral que dio lugar a un veredicto de culpabilidad y la posterior condena a prisión permanente revisable.
Tras la elección del jurado y las cuestiones previas de las partes, la primera en prestar declaración fue la propia acusada, quien dijo que se encontró a la niña -aquel 3 de mayo- en el suelo cuando fue a verla por la mañana, después de desayunar, y pensó que “se había caído de la cama”.
Sandamil dijo que la niña estaba tirada en el suelo, en el lado derecho de la cama, y pensó que se había caído. También explicó que le tomó el pulso y, al ver que no tenía, intentó reanimarla, para lo cual le apretó el pecho, le abrió la boca e intentó insuflarle aire.
Dijo que no vio si la niña tenía sangre en la boca, ni tampoco vio restos en sus manos o en la almohada, solo en una zapatilla. Entonces fue a avisar a su madre de que “algo” le había sucedido a su hija.
También afirmó que quiso suicidarse, cuando su madre llamó a su tío y le dijo que ella “le había hecho algo a la niña”. Según su testimonio, se tomó una tableta entera de Trazodona, un medicamento que tomaba para poder “dormir”, pero su madre la “obligó a vomitar”.
En cuanto a los restos de esa medicación hallados en el cuerpo de la niña, y que la acusación atribuye a un intento de la madre por adormecer a la pequeña para perpetrar el crimen, negó que ella le hubiese dado sedante alguno. Dijo que, quizás, la niña podía haber tomado la medicación de su “botella”, porque ella solía machacar las pastillas y mezclarlas con agua para tomársela.
También dijo no acordarse de haber estado buscando información a través de Internet sobre un determinado tipo de raticida en las jornadas previas al día de autos.
En cuanto a su estado mental, que en definitiva puede dirimir el resultado final de este segundo juicio, dijo que en el año 2013 ya había sido diagnosticada de “depresión” y que, en el momento de los hechos, se “sentía muy angustiada” y “deseaba desaparecer de este mundo”.
También dijo que meses antes del día de autos, comenzó a “oír voces” dentro de su “cabeza”. Una voz masculina, relató, que supuestamente la amenazaba.
En cuanto a su relación con el padre de su hija, de quien se separó cuando tenía “tres años”, lo acusó de haberla maltratado. Era un maltrato, añadió, “psicológico”. También negó que el padre le hubiese pedido la custodia compartida de la niña.
Por su parte, José Manel Manuel Leal, el padre de Desirée, acusó a Ana Sandamil y a su entorno de mentir en el juicio para evitar una nueva condena a prisión permanente revisable.
“Es como si no hubiese existido el anterior juicio, empieza todo otra vez de nuevo. Es muy doloroso para el entorno de mi familia. Para el entorno de la familia de la acusada, de la presunta asesina, su círculo cercano viene a hacer declaraciones llenas de mentiras. En el otro juicio así fue”, dijo el padre en declaraciones a los medios de comunicación.
“En este, tengo la seguridad al cien por cien, de que lo harán mucho más, porque vienen más preparados para intentar que esta persona, este monstruo, se libre de la prisión permanente revisable”, insistió, pero mantiene la “esperanza” de que “el resultado sea el mismo” y la acusada sea condenada de nuevo a “prisión permanente revisable”, porque todas “las pruebas, todas, lo indican”.
Sin embargo, el abogado de la defensa, Luis Rifón, afirmó que Ana Sandamil “no cometió deliberadamente la muerte de su hija”, porque en el momento de los hechos padecía “un trastorno de la personalidad grave”.
En concreto, dijo que se encontraba bajo los efectos de “un cuadro psicótico con clínica delirante”, un “trastorno de la personalidad” que afecta a “la capacidad de comprender, a la formación de la voluntad y, sobre todo, a la forma de comportarse”.
“El psicótico”, recordó el abogado, vive “en un mundo diferente, que no existe en la realidad”, de modo que puede hacer “cosas sin sentido”.
En una intervención dirigida al jurado popular, recordó que “lo importante” de esta vista es, precisamente, decidir sobre “el estado mental de la acusada”. Por ello, les pidió a sus miembros que partan “de cero” en esta vista oral. “No puede haber ningún tipo de prejuicios. Solo pruebas”, apostilló.
También si dirigió al jurado la fiscal encargada del caso, quien les deseó “suerte” a sus miembros para afrontar un juicio “muy duro”.
En todo caso, dijo que lo van a hacer “extraordinariamente bien, tan extraordinariamente bien como lo hicieron otros jurados”, porque en este caso “hay material probatorio más que suficiente” sobre la autoría del crimen y sobre “las capacidades mentales” de la supuesta autora también.
En cuanto al abogado de la acusación particular, Manuel Ferreiro, indicó que “si los forenses declaran en el mismo sentido”, el resultado tiene que “ser el mismo”, de modo que Ana Sandamil sería condenada a prisión permanente revisable por el asesinato de su hija.
El letrado recordó que en la anterior vista oral los forenses fueron claros en sus conclusiones y dijeron que “o bien no estaba afectada, o la afectación era pequeña” en el momento de los hechos, de modo que “tiene que ser condenada a prisión permanente revisable”.
En la misma línea se expresó el abogado que ejerce la acusación popular en nombre de la Fundación Amigos de Galicia, Francisco Lago. Desde su punto de vista, todo quedó “clara y meridianamente acreditado.
Los peritos que la examinaron llegaron a la conclusión de que tenía la capacidad necesaria para comprender los hechos. Sabía que estaba haciendo algo que estaba mal, pero pese a todo lo llevó a cabo”, apostilló.