Los legisladores israelíes parecen incapaces de ponerse de acuerdo sobre cómo engordar las filas de su mermado ejército, que sufre una crisis de personal mientras combate en la Franja de Gaza y se prepara para una posible guerra abierta con Hizbulá, en el sur del Líbano.
Ayer, el jefe del comité parlamentario sobre Defensa y Asuntos Exteriores, Yuli Edelstein, rechazó someter a votación un proyecto para extender temporalmente el servicio militar de los reservistas, una iniciativa apoyada por el Ministerio de Defensa para hacer frente a la falta de combatientes, hasta que no haya un amplio consenso que incluya a parte de la oposición.
Es una medida polémica, y que llega en un momento en que gran parte del país exige al Gobierno que reclute a los judíos ultraortodoxos en edad militar, que hasta hace unos meses estaban exentos de prestar el servicio militar obligatorio si estudiaban a tiempo completo en una escuela talmúdica.
La disposición temporal que mantenía esta exención expiró en abril, y el Tribunal Supremo del país ordenó el martes al ejército comenzar a reclutar a estudiantes ultraortodoxos y recortar las subvenciones de los centros cuyos alumnos no cumplan con el servicio militar.
Como forma de atajar la situación –o, al menos, de ganar algo de tiempo– el Gobierno de Netanyahu propuso revivir un proyecto de ley introducido en una legislatura anterior que rebajaría la edad –de 26 a 21 años– a la que los judíos ultraortodoxos deben estar inscritos en una escuela talmúdica para evitar el servicio militar, lo que les permitiría integrarse en el mercado laboral.
Al mismo tiempo, la norma establecería objetivos muy laxos de reclutamiento de ultraortodoxos y penalizaciones a las escuelas religiosas que no cumplieran con las cuotas. El proyecto se encuentra en un comité, el mismo que debe tramitar la extensión del servicio de los reservistas, y su director, Yuli Edelstein, ya avisó de que tampoco se aprobará sin consenso con la oposición.
Su exigencia acarrea el potencial de causar una crisis de Gobierno, ya que Netanyahu depende para gobernar del apoyo de los partidos ultraortodoxos (Shas y Judaísmo Unido de la Torá), que se oponen a la integración forzosa de los estudiantes religiosos en el ejército.
Mientras Israel debate sobre quién debe ir a la guerra, los muertos en la Franja de Gaza, sometida a más de ocho meses de constantes ataques y bombardeos, superaron este miércoles los 36.700, según las últimas cifras del Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por Hamás.
La Organización Mundial de la Salud alertó de que 2,15 millones de palestinos en Gaza, el 96% de su población, sufren niveles “altos o superiores” de inseguridad alimentaria. Entre ellos, un 22% sufre “niveles extremos de inseguridad alimentaria”.
En un duro editorial en el diario israelí ‘Haaretz’, el ex primer ministro, Ehud Olmert, culpó este miércoles a Netanyahu de buscar una guerra con Hizbulá en el Líbano y de abandonar a los rehenes israelíes o de estar alargando el conflicto en Gaza “sin objetivos precisos” para las tropas.
“Cada día extra que este hombre maldito sigue asumiendo la responsabilidad nominal del funcionamiento del Estado es un día que plantea un peligro concreto para su futuro y existencia”, dice Olmert, una acusación contra las políticas del actual líder judío.
“Netanyahu quiere destruir a Israel. Ha llegado el momento de expulsarlo”, exige Olmert.