El rescate de cuatro rehenes otorgó el sábado un balón de oxígeno al Gobierno de Netanyahu, al validar en cierto grado la premisa de que la presión militar puede devolver a algunos secuestrados, pero también menguó la posibilidad de una tregua con Hamás.
Más de 270 palestinos murieron y cerca de 680 resultaron heridos en el rescate en el campo de refugiados de Nuseirat, confirmó ayer el Ministerio de Sanidad gazatí, en la que fue una de las operaciones más importantes del ejército desde el inicio de la guerra y una de las más violentas.
En el ataque murieron 64 niños, 57 mujeres y 37 ancianos, denunció ayer la Oficina de Medios del Gobierno gazatí, controlado por Hamás, mientras que 89 casas habitadas y edificios residenciales fueron bombardeados.
“Seguiremos haciendo todo lo posible para recuperar a nuestros secuestrados y para lograr una victoria sobre nuestro enemigo”, sentenció este domingo el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Pero según el brazo armado de Hamás, al menos otros tres rehenes perecieron durante la ofensiva lanzada por Israel para liberar a cuatro de sus cautivos.
La ofensiva israelí no solo puso de relieve brechas de seguridad de Hamás, sino que según Avi Melamed, analista de seguridad israelí, menguará “la posición de negociación de Hamás” para lograr un acuerdo de tregua e intercambio de rehenes.
A pesar de ello, la organización islamista aún cuenta con 120 cautivos –116 secuestrados el 7 de octubre– por lo que según el exjefe del Departamento de Desaparecidos en Acción de la Inteligencia israelí, Avi Kalo, este rescate “no mejora significativamente la situación estratégica de la guerra”.
“Hamás va a buscar lecciones de los agujeros de seguridad que ha revelado esta operación”, dijo Kalo en un encuentro con la prensa, en el que insinuó que mientras tengan rehenes, mantendrán su capacidad de demandar a Israel un alto el fuego definitivo.
Otro golpe a Netanyahu fue la dimisión este domingo del exgeneral y ministro del Gabinete de Guerra israelí, Benny Gantz, del Ejecutivo de Emergencia creado por el primer ministro israelí, al considerar que este se interpone a una “verdadera victoria”.
Su salida tiene un peso más simbólico que práctico, ya que la coalición de Netanyahu mantiene su mayoría de 64 escaños en el Parlamento, pero pone más presión sobre el primer ministro, al ser Gantz ahora una de las figuras políticas más valoradas en Israel e incluso encabeza la mayoría de las encuestas electorales.
Su salida es un duro golpe para Netanyahu, que se suma las presiones de los familiares de los rehenes que le demandan desde hace meses un fin a la guerra a cambio de la vida de sus seres queridos.
Netanyahu, le reprochó que es “el momento de unir fuerzas” y no de abandonar por desavenencias sobre la gestión de la guerra en Gaza y recordó que la ofensiva seguirá hasta la victoria.