Entramos en 2025 con las autoridades económicas advirtiendo a la Unión Europea, que debe hacer inversiones anuales cercanas a los 800.000 millones de euros para enderezar el rumbo económico, y poder competir con China y EE.UU. Aunque accesible, la cifra es elevada incluso para un bloque económico cuyo PIB alcanza los 20 billones de dólares nominales. A semejante empresa añado por mi cuenta la conveniencia de recuperar relaciones con Rusia, como receptáculo de nuestras exportaciones y por ser el proveedor más rentable de energía y materias primas. Si en vez de asumir estos retos, seguimos haciendo seguidismo de lo que ordene el inquilino de turno de la Casa Blanca, destinaremos nuestros preciados recursos a financiar una absurda carrera armamentista y terminar en la irrelevancia, o en un escenario peor si el avance de la extrema derecha termina deshaciendo la UE tal y como ahora la conocemos.