Desbordados

Desde hace algún tiempo los trabajadores y las trabajadoras sociales de los servicios sociales municipales de Galicia se enfrentan con diferentes obstáculos a la hora de realizar sus intervenciones.  


Es importante señalar aquí, antes de continuar, que el trabajo social no es una profesión más. De otro modo no sería posible resistir, tanto a nivel emocional como psicológico, toda una vida laboral ejerciéndola, puesto que es de las “quema mucho”. Los que la hemos ejercido algún tiempo lo sabemos bien.


Por otro lado, el trabajo social tampoco es algo nuevo, pues ya se realizaba en la antigua Grecia. Aunque como profesión nació a finales del siglo XIX; la Universidad de Columbia fue la primera en impartir las primeras clases en el verano de 1898.


Cuando no existían los estados del bienestar, ni profesionales en trabajo social, las ayudas  provenían de organizaciones benéficas o religiosas. Eran distribuidas por mujeres, la mayoría misioneras, una suerte de trabajadoras sociales informales, más conocidas como las “amigas visitantes”.


Es importante también señalar que las personas entregadas a la profesión, por lo general, no desean protagonismos. Lo único que esperan de las autoridades políticas es que les faciliten los recursos necesarios que les permita llevar a cabo una de las misiones más hermosas que existen: la de ayudar a los demás.  


Aunque esa misión va mucho más allá. Promover el cambio, la cohesión, la justicia social, los derechos humanos, el respeto por la diversidad,  la lucha contra el racismo y la xenofobia, mediar en conflictos, también es parte de ella.


Hay que decir también que las personas que la ejercen trabajan bajo mucha presión. Lo que significa que con frecuencia tienen que llevar a cabo sus intervenciones sociales en condiciones difíciles, complicadas. Cosa que le cuesta entender a algunos políticos.  


A veces éstos ni siquiera entienden que hay prestaciones sociales que por lógica tienen unos costos más altos que otras, con lo cual requieren un equipo más amplio de trabajadores y trabajadoras sociales para ponerlas en marcha.


Todo esto viene a colación porque al parecer los Servicios Sociales Comunitarios Básicos de los Ayuntamientos de Galicia están enfrentando muchos problemas debido a los nuevos recursos y prestaciones que fueron creados.


Necesitan más recursos humanos, técnicos y financieros y, además, que los trabajadores y las trabajadoras sociales participen activamente en la elaboración de las políticas sociales, su diseño e implementación de los nuevos recursos. Su aportación a las políticas sociales es muy importante, incluso decisiva. Además, es la única manera de establecer una opinión consensuada y más amplia de la realidad.  


Lo cierto es que la baja dotación en recursos hace que este colectivo tenga que soportar un nivel de estrés más elevado de lo habitual, que de por sí ya es mucho. Lo que conduce, como no podía ser de otra manera, a la “quema” profesional, causando frecuentes bajas laborales o incluso incapacidades temporales.


La realidad es que tal situación solo se puede resolver desde la política. Como dijo el famoso psicólogo y filósofo estadounidense, William James: si estás lo suficientemente preocupado por un resultado, posiblemente harás algo para solucionarlo. Esto también vale para los políticos.


En este caso se espera de ellos, sobre todo de aquellos que tienen mando en plaza, como los de la Xunta, que estén lo suficientemente preocupados para darle una salida razonable a la complicada situación.


La realidad es que los servicios sociales básicos están sobrepasados debido al aumento exponencial de inmigrantes, refugiados, pobreza, problemas de integración, drogas, personas dependientes, emergencias sociales, etcétera.  


Es incuestionable que los servicios sociales, tanto los del Estado español como del resto de países de la UE, tendrán que ser transformados, pues necesitan cambios drásticos, profundos. Incluso quizá tengan que ser reinventados para poder afrontar los problemas sociales que se avecinan.


Ignorar o silenciar esa realidad, como hacen muchos de los políticos que nos gastamos, no significa que esos problemas vayan a dejar de existir.

Desbordados

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