El perfil de una montaña rusa, define fielmente la evolución de la economía y sociedad ferrolana. El nacimiento y crecimiento poco común, como ciudad, debido al establecimiento de la base naval y astilleros forjaron una trayectoria singular marcada por las necesidades defensivas del Estado.
La iniciativa privada no despunta como en otras ciudades, debido a que la ocupación está garantizada por el Gobierno central, siempre y cuando las crisis económicas lo permitan.
Así se registran épocas de expansión como la de 1858, cuando la reina Isabel II visita Ferrol, le concede el título de ciudad y asiste a la puesta de quilla de una fragata y dos botaduras. Otros años de pujanza comienzan en 1908 debido al Plan de Escuadra Maura-Ferrándiz cuando se funda la Sociedad Española de la Construcción Naval.
De cualquier forma, la etapa más prospera será la comprendida entre los años 70 y 80 del siglo pasado. Además de la construcción civil y militar en los astilleros de Bazán, la iniciativa privada crea la antigua Astano que en esa época entrega 16 petroleros de más de 250.000 toneladas de peso muerto.
La caída vendrá a continuación. Por tener una referencia, en 1.981 la ciudad que se desarrolla en los tres municipios de Ferrol, Narón y Fene, alcanza 135.788 habitantes; actualmente son 116.292.
Sin embargo, a día de hoy los síntomas son claros en el aspecto de que volvemos a estar en el camino ascendente de la recurrente montaña rusa.
Aun teniendo en cuenta la necesidad de nuevos diques secos, hay que ser conscientes de las mejoras en proceso: taller de bloques, gemelo digital, ampliación de la fábrica de turbinas o la gran transformación que supone Navantia Seanergies, son grandes inversiones fundamentales en la recuperación y diversificación.
El programa de las cinco ―o siete― nuevas fragatas y la puesta al día de las ya veteranas F-100, es la base del nuevo despegue. A esto habría que añadir otros síntomas como la buena evolución del puerto comercial, el mantenimiento de una gran bolsa de empleo que significan los arsenales y escuelas de la Armada; la buena marcha de empresas en los polígonos industriales, el excelente comportamiento del Campus Universitario o la constante evolución urbanística e incremento de habitantes después de tres décadas.
Es el momento de romper los históricos dientes de sierra y dar continuidad al crecimiento actual; más suelo industrial en el municipio, facilidades para nuevas industrias como incentivos fiscales, simplificación de la burocracia o iniciativas políticas locales en busca de inversión, pueden ser la receta.