La Sala de Exposiciones del Ayuntamiento coruñés recoge la muestra ‘El legado de José Ramón’, que permite un recorrido por dos etapas de su obra. José Ramón ( A Coruña, 1939-2016) fue alumno de Lolita Díaz Valiño, de Quintas Goyanes y de Seijo Rubio. De él puede decirse que nació pintor, pues a los 11 años ya había tomado la decisión de dedicarse por entero a la pintura. De sus innatas facultades artísticas, tanto en la modalidad del dibujo como de la pintura, atestigua esta muestra, que recoge dos momentos de su quehacer: las 24 obras realizadas a lápiz entre 1976-1980, en las que ilustra momentos de la historia de A Coruña, como la lucha de Hércules con el gigante Gerión, la traslación de la Piedra del Destino, la llegada de Julio César a A Coruña, la batalla de Elviña o la visita de los reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía a nuestra ciudad; la segunda etapa es la de la pintura de los últimos años , en la que demuestra sus excepcionales dotes para composición y el color.
Es en estos cuadros donde da muestra de su gran libertad expresiva y de su aproximación a la abstracción y al cubismo y constructivismo. José Ramón demuestra en sus obras su capacidad para captar la belleza de rincones conocidos, como ‘A Ponte Vella de Betanzos’ o ‘O porto exterior da Coruña’, pero también para cantar la épica de nuestras gentes, como hace en ‘Mariscadoras en azul’, ‘Mariscadoras na baixamar’ o en el pequeño óleo ‘Mariscadores’ que es todo un cántico en azul turquesa a tres pescadores faenando en sus barcas.
Hay varios desnudos femeninos que dan fe de su delicadeza para acercarse al cuerpo de la mujer y transformarlo en sugerentes y leves anatomías inmersas en espacios de gran lirismo. Igualmente, puede modular con trazos musicales los humildes objetos, como hace en el bodegón ‘Botellas’ donde el cristal vibra en reverberantes planos de variados tonos de azul, sólo roto por la luz de un plano amarillo. La acuarela ‘Bolboretas’ es un magnífico ejemplo de cómo lo más frágil y perecedero puede convertirse en símbolo de la imperecedera belleza; en cuadros como este, igual que en ‘Transparencias’, donde flotan aéreas y sedosas telas, se siente pasar la inspiración del pintor como un sutil aliento. La nostalgia del pasado queda recogida en ‘Lembranzas do Orzán’, donde representa una de las antiguas y desaparecidas casetas de baño. ‘A miña casa: homenaxe a Juan Gris e Mondrian’ es una composición en la que los objetos: una escalera, una ventana, unas llaves, una mesa... se superponen un tanto a la manera cubista. Su acercamiento a la abstracción queda patente en ‘Abstracto I’, en ‘Texturas. Abstracción geométrica’ y en ‘Novas tecnoloxías’, aquí los planos multiplicados, las fugas en varias direcciones y el dinamismo crean un espacio vibrante que incita a ir más allá. Hacia ese más allá del que lo visible es sólo una pequeña parcela se nutre la pintura de este artista que, como todo verdadero creador, hace de su obra un espacio de inspiradoras sugerencias.