Es 8 de marzo. Seguro que junto a esta columna encontrarán espacio otros artículos enfocados en esta fecha, el rol de la mujer en la sociedad, en los entornos profesionales, en definitiva, en la VIDA. Hablaremos de conciliación de igualdad, de liderazgo. Se pondrán sobre la mesa porcentajes, números que reflejan situación que todavía nos ubica por debajo de los ideales. Hoy, de manera especial. Hoy, porque tenemos un día para poner foco. Hoy, porque desde 1975 se celebra. Parece que no puedo, ni quiero, escaparme de la temática del día. Hoy, porque soy y me siento mujer. Hoy, porque lidero un equipo. Hoy, porque soy hermana, hija, pareja.
Durante siglos las mujeres, más volcadas en el cuidado de las esferas privadas, hemos practicado aptitudes y actitudes valiosas como la colaboración, la empatía, la escucha, la entrega, la mediación… aptitudes altamente apreciadas hoy en día y que no suelen escaparse de las definiciones de las ofertas de empleo. En esta V.I.D.A -y me permito citar el acrónimo que suscribe Leandro Fernández Macho, Vertiginosa, Incierta, Desafiante y de Aprendizaje permanente-, es hora de romper estereotipos y avanzar en un liderazgo colaborativo. El desempeño no entiende de géneros; el liderazgo tampoco, no se trata de liderazgo masculino o liderazgo femenino, no se trata de hombres o de mujeres, se trata de liderar EN masculino o EN femenino, con independencia del género. Una preposición que lo cambia todo.
Siguiendo con el famoso equilibrio que reivindicaba la semana pasada, la clave está incluso en ese balance entre esencia masculina y esencia femenina. Dicho de otra forma, encontrar la mezcla idónea entre los atributos tradicionalmente asignados a los hombres (cualidades Alfa) como pudieran ser la capacidad de focalizar, de asumir riesgos, de racionalizar o aquellos que solemos clasificar como femeninos (cualidades Omega) por ejemplo la habilidad de llegar al consenso, la generosidad, la flexibilidad o la sensibilidad.
Os propongo mi receta, y a partir de ahí que cada persona añada o quite los ingredientes que estime oportunos:
1.- Habilidad para tejer complicidades, es decir saber gestionar los egos individuales. Las personas necesitamos ser vistas y reconocidas para comprometernos. Sumamos desde la diferencia y desde el respecto, esto supone lidiar con la parte más sana de los egos. Esto requiere de dos cualidades fundamentales, la de enfocarse hacia un objetivo claro (y esto es un atributo Alfa) y la facultad de llegar al consenso (y esto es eminentemente Omega).
2.- Capacidad para tomar decisiones trascendiendo el egoísmo egocéntrico. O dicho de otro modo, tomar decisiones más allá del interés personal. Estamos en una era de lo colectivo frente al individualismo, siguiendo nuestra regla matemática, sumar para multiplicar. Y aquí viene de nuevo ese equilibrio Alfa/Omega, toma de decisiones (Alfa), donde prime el bien común (Omega).
3.- Facilidad para transmitir mensajes claros y empáticos. Os traigo una vez más mi foco en una comunicación apreciativa, trasmitir desde un lugar auténtico. Estructurar una narrativa (Alfa) y tener la flexibilidad para adaptarla a diferentes públicos en distintos contextos (Omega).
4.- Creatividad en la propuesta de soluciones. De per sé, la creatividad es algo muy femenino pues requiere dejar a un lado la lógica y ser capaz de cambiar nuestra mirada, dando paso a la intuición. Cuando logramos desmarcarnos del statu quo imperante, nuestra mente empieza a vagar con mayor libertad y nos ofrece resultados originales a los retos que le planteamos. Para darle forma a la creatividad, para aterrizar ese estado de ensueño, es preciso entrar en acción y esto lo logramos activando nuestro lado Alfa.
En definitiva, mi propuesta para hoy, es dejar de confrontar géneros y cocrear. Parafraseando a la filósofa y escritora británica Mary Wollstonecracft “ Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas”- y añado, “y viceversa.”