La pólvora en pausa

La felicidad es sencilla en una noche de verano. Debe ser así, ¿Cómo explicarles? Es como si todas las preocupaciones, los contratiempos, las ansiedades, las tensiones y conflictos de todos los días se convirtieran en alegrías cuando la vida se adormece y el tiempo es cálido.


Es el momento de poner la vida a descansar un rato para que la desazón no conspire contra uno. Así lo establezco esta mañana de domingo, cuando estoy tan distraída que no parpadeo hasta que por segunda vez leo que Donald Trump ha sido alcanzado por una bala mientras se celebraba un mitin en Pensilvania. Y en seguida las imágenes de dolor, de puño desafiante, de rápida reacción de los miembros de seguridad, se han puesto a circular. Pero tengo que parar. ¿Se puede poner en pausa la sangre y la pólvora? A menudo me pregunto si ustedes tienen tanto miedo como yo, si también les agotan las noticias diarias.


Establezco desde ahora mismo unas breves vacaciones. De esas de Aperol Spritz y fresco vino blanco. Sucedió que fueron los amigos los que me confrontaron con lo que necesitaba en una sobremesa ligera: parar, no tener grandes proyectos por un tiempo, un poco de lecturas nuevas y menos nuevas, sin necesidad de grandes viajes, con la prioridad de encontrarme conmigo, de transformar mi casa nueva en un hogar. Y ahora mismo pienso en Marie Starton, que contaba en Anhelo de raíces que. en su mesa, que debía estar puesta con esmero, tenía que haber flores y «un libro abierto para poder leer, el equivalente a la conversación civilizada para un solitario.»


Si bien mi profesión necesita y padece de soledad, no soy solitaria, aunque me parece un buen plan, necesario, recibirme como sugería la poeta Sarton: como si la mejor invitada de la casa vaya a ser yo.


Piensen en qué momento vital están. Con la mesa todavía por recoger, escucho de nuevo a mis amigos explicar el suyo: era dulce y feliz para unos, cómo me alegro, de cambio y transición para otros, eso está bien. Brindamos por dejar atrás los momentos de precipicio, los que te sitúan en el borde. Les dejo descansar por unas semanas. Necesito reflexionar estos días, busco que la luna empuje definitivamente al sol. No se preocupen, llenaré los días de toda la belleza posible. Seguiré abriendo mi casa a los amigos, al amor y, seguramente, a un nuevo horizonte creativo.


A la vuelta les cuento. 

La pólvora en pausa

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