Los sondeos de opinión son una especie de termómetro que mide el estado de ánimo de la ciudadanía, sus prioridades, miedos, expectativas y deseos. Además de predecir resultados electorales, su verdadero valor está en ofrecer una radiografía del momento político y social, reflejar tendencias y preocupaciones ciudadanas.
Son herramientas valiosas en democracia. Permiten a los partidos saber qué asuntos preocupan a la gente, cómo se perciben sus propuestas y ajustar estrategias. A los ciudadanos les ofrecen un panorama más amplio del contexto electoral, visibilizan tendencias y ayudan a despertar el interés y la participación política.
Cuando los sondeos no reflejan honestamente el ‘estado de ánimo social’ se convierten en un instrumento de manipulación que distorsiona la realidad presente y envenena el futuro. Es el caso del CIS, una institución pública que debería estar blindada frente al control político, pero cada vez son más los expertos en demoscopia que denuncian con argumentos técnicos y metodológicos la falta de rigor y el uso de técnicas diseñadas, no para reflejar opinión, sino para crearla.
Hace unos días se conoció el sondeo de abril y, si se celebraran elecciones hoy, el PSOE sería el vencedor con una ventaja de seis puntos sobre el PP. Días después aparecieron tres sondeos electorales realizados por empresas privadas experimentadas que se juegan sus dineros –Sigma Dios, NC Report y Amalgama Métrica– y los tres coinciden en otorgar la victoria a los populares con un porcentaje similar al que el CIS otorga al Partido Socialista.
Por eso, cuando una institución como el CIS publica datos que benefician sistemáticamente al Gobierno y nunca acierta, no estamos ante una diferencia metodológica. Estamos ante una forma de propaganda disfrazada de ciencia, una estrategia para influir en la percepción de los votantes, para inducir comportamientos, crear climas de opinión o reforzar narrativas interesadas. No se busca mostrar lo que piensa la ciudadanía, sino dirigir lo que debe pensar.
¿Deben publicar los periódicos los sondeos del CIS? Un sondeo manipulado es pura propaganda, carece de credibilidad técnica y no debería publicarse como si fuera información objetiva. Si los medios no contextualizan y alertan a la población se convierten en correa de transmisión de la propaganda institucional y legitiman la mentira. Por ello, han de ser tratados como un producto político y si se publican, debe hacerse con advertencias al lector, como se haría con cualquier contenido de dudosa veracidad.
Cuando se desdibuja la frontera entre información y propaganda, lo que se erosiona no es solo la calidad del periodismo o la fiabilidad de una institución, se erosiona la propia democracia. Una ciudadanía bien informada puede equivocarse, pero una ciudadanía manipulada, simplemente no decide en libertad.