Sobre la belleza y la presidencia

Quedé hace poco con unas amigas que hacia tiempo no veía. Fuimos a comer a un restaurante muy chulo en Bastiagueiro, a pie de playa, no llovía, hacia algo de calorcillo, el mar estaba tranquilo y las nubes borrascosas le daban el toque romántico necesario. Y no podía ser de otra forma, salió en la conversación el presidente. ¿Pedro os parece guapo? 


Estábamos en la zona de la mesa de pensamiento ligero, vino y disfrute, disculpe amigo lector por lo liviano de la conversación. La pregunta sobre la belleza del presidente fue contestada por unanimidad: es guapísimo, más guapo no puede ser,  parece un actor de cine. Personalmente, a mí Pedro no me dice nada, reconozco su apostura, eso sí, pero cada uno tiene sus gustos y yo preferiría pasar un día de vermú, paella y copazo con Ábalos (ya dije que estaba en la zona de la mesa de vino, disfrute y pensamiento ligero) que con nuestro presidente. Además, el grupo mixto siempre pone más, ahí hay más diversidad y gente rebelde sin causa, aunque acaben votando a Pedro el guapo. Al final la conversación derivó hacia otros derroteros pero a mí me hizo pensar. 


Hace tiempo vi a Pedro, cuando aún no era presidente e iba recorriendo España con sus mosqueteros para hacer promoción. Yo iba por la Plaza de España, Campo da Leña y vi un grupo de mujeres muy emocionadas, excitadas. Y en el medio estaba él. Llevaba uno de sus trajes de pantalón ceñido, les sacaba una cabeza a las señoras canosas y llamaba la atención, como un galansote de película americana, con gestos seguros y sonrisa de presentador de los Teleñecos. La gente que me conoce sabe que no miento, al verlo dije “ese señor va a ser presidente del gobierno”, y acerté. Lo comenté en el trabajo al día siguiente, recuerdo. Y me pregunté en aquel momento y me lo sigue preguntando ahora: ¿es la belleza determinante para tener suerte en la vida? En el caso de Pedro, si no fuera tan guapo, ¿recibiría menos votos?


Yo digo sí. Hay algo en el ser humano que considera la belleza como algo trascendente. Si eres guapo no puedes ser malo. Si eres guapo es porque estás bendecido por los dioses. Si eres guapo mereces todo lo bueno que te pase. El caso es manejar bien el don. Si eres guapo y lo sabes gestionar en una sociedad frívola y obsesionada con el físico, las proteínas, el Ozempic y los likes, tienes casi todo ganado. Te contrataran en mejores trabajos, tendrás parejas más adineradas y también guapas, tus hijos saldrán guapos también, será todo un sindiós de guapura, solo hay que ver a la mujer de Trump, tremenda señora que tiene toda la pinta de llevar la fusta en casa. Si Trump no fuese multimillonario no hubiese tenido acceso a una mujer así, y lo sabes, amigo lector. Es así de simple todo. Somos simples. Quizá sea un logro evolutivo. Quizá sea que Dios se está riendo en el cielo de su creación, lo siento Mayor Oreja, viendo lo primitivo que sigue siendo nuestro cerebro, capaz de crear el vino, los cohetes y la freidora sin aceite y a la vez incapaz de resistirse a la belleza, a las proporciones y a la sonrisa de presentador de los Teleñecos. Pero así somos y así se lo estamos contando. Y esta semana sí, hemos hablado del gobierno. O algo parecido…

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