Susi Babío y Cándido Pérez, en Xerión

La galería Xerión expone esculturas de Susi Babío y pinturas de Cándido Pérez Palma. La escultura coruñesa Susi Babío fue alumna, en la Escuela de Artes y Oficios A Coruña, del profesor Antonio López que, sin duda, dejó su impronta en el modelado de sus obras de cerámica refractaria que presenta bajo el título de ‘Madres’ y cuyo color terroso permite sentir esa antigua relación adámica con el barro originario. Son piezas en las que explora con delicadeza y ternura singulares el extraordinario vínculo que une a la mujer con  su hijo y logra transmitir el arrobamiento que esta experimenta ante la criatura nacida de su seno. Así lo expresan los versos que le dedica Francisco E. Vila:  “Mirada triste, dulce/ deja que esos ojos miren y vean la vida...” Esa mirada maternal, ese gozo de la relación madre e hijo y ese canto a la vida están presentes en el acariciante modelado, en los gestos del rostro, en la postura de los brazos protectores, en la unción que expresa el rostro de una madre que besa a su niño con los ojos cerrados. Especialmente significativa y hermosa es la obra en la que representa el busto de una negrita que porta a su hijito en una tela atada a la espalda. S. Babío demuestra, sin duda, su dominio del oficio y su extraordinaria capacidad para expresar sentimientos.


El burgalés Cándido Pérez Palma (1951, Oña) es titulado en Artes Gráficas por la Escuela de Arte y Oficios de Valladolid y en 1971 se traslada a Roma cursando estudios en la  Academia de Bellas Artes de esta ciudad, también hizo cursos de gráfica en Betanzos y lleva varios años residiendo en Coruña. Su obra encaja dentro de los preceptos de la figuración, aunque llenándola de sugerencias y de guiños a una realidad que se esconde tras lo aparente, demostrando su gran domino del dibujo, su delicadeza en el tratamiento del color, a la par que su capacidad para abrir puertas a lo inefable. Cuadros como ‘Valencia’ o ‘Venecia al atardecer’ testimonian de su capacidad para reflejar la poética del paisaje, pero es en el grupo de obras que podemos calificar de naturalezas muertas donde el género clásico del bodegón es transformado por él  en algo novedoso y lleno de poesía y donde establece contrapuntos de gran lirismo entre el encuadre de fondo, que puede ser un espacio rectangular de piedra con forma de ventana o un hueco entre dos columnas adosadas a un muro; en esos huecos e intersticios sitúa flores como hace en ‘Flor de cerezo’ o en ‘Lirios de terraza’. Cercano al hiperrealismo,  por su tratamiento volumétrico del espacio y de las formas que parecen salirse del cuadro, plasma la realidad, con más precisión que el ojo, para resaltarla, demostrando que la visión del artista, percibe que hay algo oculto y sutil tras esas formas nítidas  y que “todo es diferente de como se nos aparece”, como decía Howard Kanovitz, uno de los primeros hiperrealistas.


Así, Cándido profundiza  en lo escondido y sus obras nos obligan a ir más allá de la percepción ordinaria, para descubrirnos espacios de belleza y exaltar la maravilla que trasciende de las cosas humildes: un pan, una rosa o unas uvas.

Susi Babío y Cándido Pérez, en Xerión

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